A por otra vuelta en nuestra eterna traslación. A 30.000 m por segundo y sin inmutarnos. Será que nuestro sistema vestibular cuenta ya con ese pequeño movimiento de fondo.
El eterno retorno describe elipses.
Algún día el Rey Sol se convertirá en una gigante roja y nos engullirá, pero mientras eso no ocurra podremos celebrar que le hemos rodeado, descorchando champán o de alguna otra forma que la cultura determine, en un día establecido arbitrariamente (pero mantenido como si hubiera sido siempre así, y fuera a serlo, por mandato divino, puesto que los ciclos estacionales asociados a la distancia al sol se mantendrán en la agricultura y en todo lo demás).
Oh Helios, permite que te haga este pequeño homenaje, a ti que nos das la vida a través de la luz imprescindible de la fotosíntesis, a ti, en cuyo horno se cocieron los átomos complejos que forman lo animado y gran parte de lo inanimado de este mundo.
Volvemos a estar aproximadamente en el mismo punto del espacio en el que estábamos hace un año, hace una vuelta. Pero en un universo relativista eso es estar en el centro de todo y en la periferia según cual sea el arbitrario punto de referencia establecido, arbitrario como el 31 de Diciembre. El orden del cosmos además no es el mismo en todos sus detalles. Y la incertidumbre fundamental sigue subyaciendo a la materia, y a sus efímeros productos vivientes.
¿Tendrá Dios, el principio rector, la bondad de concedernos la vida eterna?. ¿Jugará a los dados?.
¿Cómo podemos saberlo cuando ni siquiera somos capaces de seguir, hasta sus últimas consecuencias, el dictado del Oráculo de Delfos, el "Conócete a ti mismo"?.
Si, los neurocientíficos están en ello, pero aún queda un largo trecho en un camino que...¡ es posible que no tenga un final!.
Recorramos el camino, y hagámoslo dando vueltas al sol.
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