miércoles, marzo 08, 2006

Metafísica Existencial



"Para el Universo, nada; para mí, todo", decía Obermann. Nuestra tragedia individual es intransferible. La conciencia del Yo es un epifenómeno del afán de supervivencia. ¿Qué somos?: vida. ¿De dónde venimos?: de la vida. ¿A dónde vamos?: a la muerte.

Al lector avisado no se le escapará que he preguntado Qué y no Quienes somos. La identidad es una construcción social, y detrás de sus velos está el Qué, desnudo. Porque la identidad es una construcción social emanada de nuestra naturaleza. Intentemos dar una respuesta al quién somos: solo podremos identificarnos a través de referencias sociales. Soy fulanito de tal, residente en X, partidario de H, amigo de G, pareja de D.....aparte de todo eso somos vida, vida que quiere vivir.
Mirémonos desde la óptica de la materia y de la biología: la Historia muestra el devenir de nuestra especie, desde Herodoto, tomando el relevo, humano, verbal y cultural de la evolución biológica. La propia idea de evolución, la propia idea de Historia, son excelsos productos linguisticos y sociales. ¿Qué se corresponden con algo real en si mismo?, bueno. Pero solo se perciben tras un aprendizaje, no a través de intuiciones inmediatas. ¿Somos gotas en el profundo océano de la existencia, granos de arena en el inmenso desierto de una materia desprovista de principio rector, nada emancipada?.

Paradójicamente ninguna de las ideas expuestas excluye a Dios, pues Dios es lo inescrutable.
Dicen que Darwin, al principio, era deísta, es decir, que creía que Dios había echado a rodar el Universo desentendiéndose de él. En el otro extremo estarían quienes creen que Dios está metido en todo. Yo veo ambas cosas posibles y reales, como lo son la onda y la partícula.

Si nos vamos a los orígenes topamos con el Big Bang. Según Hawking con él empezó el tiempo. Imposible de imaginar el antes con nuestra mente, que piensa en términos espacio-temporales.
El reloj de Newton, el paso de tiempo previo a la relatividad de Einstein, independiente de la materia, estaría suspendido en el vacío absoluto.
Interpretando a Parménides me digo: donde hay "algo" no puede haber "nada", y es imposible que "algo" y "nada" coexistan. Lo que "es" siempre ha sido. Lo anterior al tiempo y al espacio pudiera no ser, pero ¿de dónde surge la chispa, que es algo, que encendió el Universo?. Si la hubo es porque siempre existió algo. Hay energía intemporal. ¿Hay- Dios?.

Algunos teólogos ven, por ello, en esa chispa minúscula que se expandió en forma de Cosmos, a Dios. Un Dios panteísta que lo es todo, y un Dios demiúrgico que, asimismo, es solamente lo que puso a rodar el tiempo. Muchos físicos se asombran ante este Universo que parece haber evolucionado para contemplarse a si mismo a través de nuestra conciencia. ¿Es el Universo la "Conciencia Universal" en desarrollo?. ¿Es todo esto un gran parto, del que surgirá la verdadera vida?.

¿Quizá ocurrió todo ya, y la verdadera realidad ya existe?. ¿Hemos caído de ella como el carro de Platón?. ¿Hemos caído en el tiempo, como dijera Cioran?. ¿Vivimos un eterno retorno necesario?.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante tu disertación, pero me ha suscitado una duda:

Siendo concebible la dualidad onda-partícula, ¿por qué no habría de serlo la de algo/nada?.

Un navegante.

Nomotheta dijo...

A mi la imposibilidad de la ubicuidad del ser y el no ser me parece un axioma ontológico. La materia es energía, y la energía solo se transforma. Aunque lo que apuntas me parece muy digno de reflexión, pues demasiadas cosas están mucho más allá de mi/nuestro entendimiento (racional e intuitivo).

Gracias por tu visita.

Nomotheta dijo...

Una interesante noticia.

Nomotheta dijo...

mas de lo mismo.

Como veis los físicos andan liados con el vacío y la posibilidad de que a partir de él surja energía/materia.

Nomotheta dijo...

La materia es energía, según la famosa ecuación de Einstein E=MC^2. La altenativa sería teóricamente entre materia/energía y la nada/vacío. Pero parece que el vacío (o lo que hasta ahora hemos creído tal) no está tan vacío, no está hecho (si se me permite la incorrecta expresión) de "nada", y carecería de sentido hablar por tanto de vacío. Pero en fin, son temas de una gran complejidad sobre los que andan pensando mentes maravillosas, como la de mi amigo Juan.


A mi, como a ti, me resulta muy difícil comprender una dualidad ser/nada. Como le decía al "navegante", considero un punto de partida ineludible para cualquier reflexión sobre el "ser" la imposibilidad de que este coexista con la nada en el mismo "lugar".

En cuanto a los enlaces...simplemente busqué en google, dado que no tenía a mano ninguno de los libros de divulgación en los que se habla de estas cosas. Pero hay muchísimas investigaciones en curso y las mentadas en las noticias que he enlazado (que no sé por dónde andarán) son solamente un botón de muestra.

Un saludo Maestre.

Lord-Acton dijo...

Podría entonces preguntar ¿qué hacía Dios antes del comienzo del Universo? Si no fuera porque San Agustín ya dejó sentenciado que: "preparar el infierno para aquellos que plantearan preguntas demasiado complicadas".

Como dije en mi comentario en mi blog, creo que cualquier acercamiento al entendimiento del Universo debe realizarse de la mano de la perspectiva positivista de Karl Popper.

Es un hecho contrastado que el espacio se prolonga indefinidamente. Hubble además descubrió que casi todas las galaxias se están alejando de las demás. Es decir el universo se expande, lo cual nos lleva al "átomo primordial". A un punto de densidad infinita. Al Big Bang.

Según Hawking en dicho punto la teoría general de la relatividad de Einstein no sería válida. Se negó a tener en cuenta el elemento de incertidumbre, la jugada de dados aleatoria de la mecánica cuántica. A mayor precisión de la posición de las partículas menor precisión de su velocidad y viceversa.

Hartle y el propio Hawking formularon la teoría del tiempo imaginario que permitiría la existencia de múltiples historias, como las definirera Feynman.

Para Hawking el universo estaría completamente autocontenido, no necesita nada fuera de sí para darle cuerda y poner en marcha sus mecanismos, sino que todo estaría determinado por las leyes de la ciencia y por lanzamientos de dados en el universo.

A cada posible superficie cerrada le correspondería un historia, a cada historia en el tiempo imaginario determinaría una historia en el tiempo real.

En "El universo en una cáscara de nuez" de stephen Hawking podéis profundizar en esta teoría. Yo, por mi parte, me siento incapaz.

Enhorabuena, nomotheta, por este fantástico blog y gracias por tus siempre brillantes comentarios.

Lord-Acton dijo...

Añadir que con idependecia de las teorías científicas, hay que mostrar siempre cierto escepticismo con las hipótesis formuladas.En este sentido si bien las leyes científicas son leyes porque siempre son válidas, no menos cierto es que al no disponer de todos los elementos necesarios para deducir todas las normas del universo nuestro conocimiento es limitado.

Por ello, podríamos estar hablando sobre el origen del huevo sin saber si es el único huevo (universo) del nido. Tampoco disponemos de todas las claves. Hasta que no descubramos la teoría del Todo quedará incompleto nuestro puzle. La experiencia nos dice que encontraremos fenómenos nuevos.

Un saludo,

Lord-Acton dijo...

Una útima reflexión sobre el yo. Si fuese cierto que existe una superabundacia de universos autocontenidos e independientes, podría existir alguno sin estrellas y galaxias.

Por tanto, sin vida inteligente -lo que en ese caso parece más razonable-, sin Yo, sin observador, "eso" sería lo más parecido a la nada. La puesta en escena no tendría sentido sin un "quién" capaz de apreciarla. Por ello, el Yo es lo más importante incluso en estos términos galácticos.

Respondiendo a Maestre de Campo sobre la voluntad y la representación, sobre el ser y el ser fenoménico, parafrasear a Antístenes: "podemos representar un caballo, pero no podemos representar la equinidad".

Saludos,

Nomotheta dijo...

Vaya, Lord Acton, para comentarios brillantes los tuyos, y preñados de citas magistrales....una excelente exposición de filosofía de la ciencia.

De "El Universo en una Cáscara de Nuez" precisamente saqué la idea de Hawking de que el tiempo comenzó en el big bang, que es, creo yo, la esencia de la otra idea de un Universo autocontenido.

Por otro lado la idea de las múltiples historias ha estado muy relacionada con la puesta en duda de la "flecha en el tiempo" de la segunda ley de la termodinámica.
Pero en fin, todo eso está más allá de mi comprensión.

"Podemos representar un caballo, pero no podemos representar la equinidad": y, sin embargo, podemos afirmar sin dudarlo que los caballos son caballos y no tortugas, por lo que tienen de común en lo esencial.

La representación Schopenhaueriana está teñida por categorías subjetivas abstractas que le dan sentido. Vemos caballos, no un caballo cada vez, y vemos bosques y árboles.

"Intentar aprehender el conocimiento sin un postulado básico que permita establecer verdades incuestionables, y habiendo precisado con anterioridad las cuestiones lingüísticas, es algo muy parecido a la discusión erística". Así es, Maestre. Pero como bien sabes siempre hay quien lo pone todo patas arriba para pescar en río revuelto. Y también el que, como diría Nietzsche, ensucia sus aguas para que parezcan más profundas. Tanto en ciencia como en política, y, por desgracia, las más de las veces en ambas cosas, como nuestro tiempo atestigua.

Gracias por vuestras profundas aportaciones.

Nomotheta dijo...

Donde dije "flecha en el tiempo" quise decir "flecha del tiempo".

Pequeño detalle.

Lord-Acton dijo...

El problema de la representacion shopenhaueriana es la influencia platónica de la teoría de las Ideas y Formas. Ésta peca de un esencialismo metodológico que limita el conocimiento al descubrimiento de la esencia de los objetos.

Por el contrario, en el racionalismo crítico popperiano se acude al nominalismo metodológico que no intenta aprehender la esencia de las cosas, sino describir los objetos y los sucesos de nuestra experiencia y su explicación mediante el uso de leyes universales. Es el método científico, único válido para comprender la realidad, a pesar del valor intrínseco que se pueda atribuir a la filosofía de Shopenhauer, que denunció sin ambages el comienzo de la "era de la deshonestidad" de la mano del existencialismo y del idealismo filosófico modernos.

La naturaleza no nos suministra ningún modelo, sino que está compuesta de una suma de hechos y uniformidades carentes de moral. Es el hombre quien crea la moral, la música, el arte, la filosofía... Lo cual no significa que no exista una convención de lo que es moral o no lo es; incluso, existe una "naturaleza" de las cosas que puede ser aprehendida por observación, que por su función o por intuición hace que sean bellas o éticas.

Pero lo hechos no pueden reducirse a normas naturales, sino que existe una dualidad entre las decisiones (racionalizaciones) y los hechos. Un caballo puede ser diseccionado y podemos decribir sus órganos. Sin embargo, la equinidad no puede más que idealizarse y agruparse en función de la experiencia. Al final la definición que le démos procede de nuestro conocimiento de los hechos (caballos blancos, negros, veloces, dóciles, salvajes, de tiro, de carreras, de raza, de batalla...). Como tampoco podemos definir la humanidad en su conjunto más que por los rasgos múltiples y diferentes que conocemos, aunque podríamos también realizar distintas agrupaciones. Este proceder que distingue entre la realidad y la capacidad del hombre para recrear normas aplicables a los hechos (dualismo crítico) es la base del método científico.

El monismo ingenuo o naturalismo biológico ha derivado, tal y como denuncia Popper en su libro "La sociedad abierta y sus enemigos", en sistemas de gobierno que someten al ser humano y lo convierten en esclavo. Es la fuente de las teorías totalitarias basadas en la raza, la tribu, la lengua, la nación, la élite iluminada, Alá, el determinismo, el misticismo, el historicismo.

El hombre debe aspirar a establecer normas científicas universales derivadas de la experiencia y de la formulación de hipótesis refutables. Normas que nos digan cómo se comportan los elementos en toda situación, o de qué se componen, pero no a establecer su esencia ideal fuera de las convenciones que impone el lenguaje y que sirven para comunicar una cierta idea de conjunto.

Así, sabemos que un caballo es un caballo y no una tortuga, no por su equinidad, sino porque la experiencia nos dice que eso es un caballo. Nosotros vemos un caballo y lo asociamos a esta categoría porque la racionalización y generación de conceptos convencionales nos falicita la asociación de ideas y extracción de conclusiones. Los rasgos comunes nos los dan los hechos, pero no al revés. No existe la esencia equina, sólo existen los caballos (que comparten unos rasgos comunes y otros no, lo que nos permite agruparlos).

Nomotheta dijo...

Estoy de acuerdo con lo que dices, que me suscita nuevas reflexiones.

Los caballos tienen un código genético común (no el mismo exactamente, puesto que esto les convertiría en clones, pero si con más genes en común que con otras especies). Su "esencia equina" es el diseño biológico que les constituye en caballos y no en tortugas, inscrito en su ADN. Los taxones se establecen intuitivamente a partir de diferencias y parecidos fenotípicos, pero con ayuda de la ciencia se ha llegado a los genotipos.

En cualquier caso los fenotipos son una guía excelente para agrupar las especies, y hay pocos casos (relativamente) que sean susceptibles de generar confusión.

Todos los caballos se parecen entre si más que cada uno de ellos a cualquier tortuga. Asimismo un caballo y una tortuga tienen más en común que cada uno de ellos con un gusano, y más con el gusano que con una bacteria o un pino, y más con estos que con una roca. Así pues nuestras categorías abstractas tienen correspondencia con realidades "esenciales", por muy evanescentes y sutiles que estas sean. Los genes no existieron en la conciencia colectiva de nuestra especie hasta el siglo XX, pero Linneo pudo hacer su clasificación con notable exactitud.

La representación Schopenhaueriana está teñida por categorías subjetivas abstractas que le dan sentido, como arriba dije: el mundo no puede dividirse dicotómicamente en voluntad y representación. El mundo está dentro de nosotros del mismo modo que es representación. De hecho esa representación es una construcción subjetiva, pero lo subjetivo fue conformado por esa realidad exterior que se nos presenta. Vemos un caballo, da igual el caballo que veamos, y no hay posible confusión; pero "caballo" está en nuestra mente, y está en nuestra mente porque en efecto es un "caballo".

Su esencia no está en la palabra "caballo", pura convención del lenguaje, ni en un limbo platónico donde flota separada de los caballos individuales, de los caballos concretos de carne y hueso, sino en el proyecto biológico de su ADN, que viene de una adaptación de la vida a su medio, y lleva a un diseño específico, que no puede ser otro que el de un "caballo".

Nomotheta dijo...

En dos pinceladas has pintado un Velázquez.

Hay algo en nuestra mente que nos permite discriminar con gran precisión, que nos hace capaces de esa "generalización a partir de la experiencia". La mente no es una tabula rasa que reciba las representaciones sin más.

Tenemos una predisposición innata a crear categorías y dicotomías, que sin duda ha surgido por selección natural. Así pues creo que la "mente consciente" solamente pone nombre y un poco de orden en unas clasificaciones profundamente enraizadas en nuestra psique ancestral, que tenemos en común con seres tales como los caballos.

Rory McQueen dijo...

En cuanto a lo de la dualidad partícula-onda, haré un comentario breve:
Que la luz en ocasiones se comporte como partícula y en ocasiones como onda no dice nada de la luz en sí. Lo que sucede es que tenemos un fenómeno (aprehendido por nuestros sentidos, lo cual dista mucho de estar en comunicación objetiva) que presenta problemas para su comprensión (como todo!). La ciencia siempre pretende anular esta alteridad inerente de las cosas (=su no aprehensibilidad= incapacidad para conocerlas plenamente), y en ocasiones nos hace creer que lo consigue. Pero el caso de la luz es un ejemplo paradigmático que lo que nos viene a recordar es que "la onda" "la partícula" o cualquier cosa que prediquemos de un fenómeno, no dejan de ser modelos explicativos. Por decirlo de una manera mucho más radical, y para que todos me entiendan: no son más que metáforas. Metáforas que rondan al rededor de un fenómeno intentando dominarlo, comprenderlo, poseerlo en todo su misterio. Imaginemos un grupo de indígenas con lanzas formando un círculo con nosotros al centro, cada indígena representa las distintas hipótesis, leyes, principios, y teorías de la ciencia, todos ellos "pinchando" con su lanza a ver si consiguen descifrar el secreto de esa cosa rara que ha aparecido en la tribu, osea nosotros. El indígena más fuerte, es decir, el más convincente, es el que nos lleva a casa como el trofeo ganado. Así, la ciencia (la teoría dominante) se lleva como trofeo a casa los fenómenos que encuentra para enseñarselos a su mujer(la sociedad) y decirle que tiene un nuevo esclavo al cual puede pedir que haga cualquier cosa, y más aún, predecir lo que hará (y como no!).
En este sentido, el modelo explicativo de la luz como onda, y el de la luz como partícula, se traduce en que no ha habido un claro vencedor, y se han tenido que llevar el trofeo a casa compartido las dos explicaciones.
Pero repito, el modelo onda-partícula no tiene absolutamente ninguna relevancia en el plano ontológico = el ser de la cosa ("cosa" en este caso la luz, o como se quiera llamar)es aquello que está antes de toda predicación, es decir, de todo nombre. No hay que confundir el problema (ya heredamos de los escolasticos demasiados problemas a cuenta de esto): El ser y lo que se dice del ser son cosas muy distintas, pues recordemos que, tal y como decía Aristóteles, "el ser se dice de muchas maneras".
Un saludo y perdón por el chaparrón!