martes, febrero 21, 2006

Opinando Libremente

El columnista de ABC Antonio Burgos no parece simpatizar mucho con la actual efervescencia virtual de blogs. La aparente anarquía que reina en la red (si es que se puede hablar de reinado de la anarquía) le resulta desagradable. Y no es el único que padece esta fobia. Muchos otros periodistas y opinantes que por ello cobran encuentran sumamente molesta la opinión y el periodismo aficionados y el desafío que suponen a las elites de la información de las que ellos forman parte.

Desde luego no podemos pretender que un chichinabo de tres al cuarto pueda disputar nada a estos experimentados y sabios transmisores de ideas y hechos, desde un website improvisado. ¡Faltaría más!. Pero la cosa no va por ahí.

Se magnifica la amenaza para legitimar la censura. Siempre sucede de esta forma.

Leamos el artículo del Sr Burgos sobre los
Bandoleros de Blog y Foro, pues no tiene desperdicio:

Si usted no tiene su propio blog, ni es moderno, ni está en la onda, ni nada de nada.
A ver, parece que al fondo un señor levanta la mano:-Pues yo soy todo eso, porque tengo un bloc magnífico, clásico, que compré en Muñagorri.
Ese bloc suyo no vale un pimiento. Acaba en ce: bloc. El hiperguay, el megamogollón, termina en ge: blog. Todo el mundo tiene su blog. Si no tienes tu blog, no eres nadie.
¿Qué significa blog? Bitácora, creo. Se cuelga en internet. Un blog es lo menos que se despacha en web. Un señor lo coloca para poner lo que se le ocurre, y para que, a su vez, los que lo lean añadan sus comentarios a calzón quitado.
-Vamos, como las paredes de los retretes antiguos de la estación de Utrera, pero en internet...Más o menos. Pero las pintarraqueadas paredes de los excusados de la estación de Utrera eran un manual de respeto y cortesía al lado de los blogs. Según contó Salvador de Quinta, en aquellas ferroviarias letrinas alguien puso: «En este mismo rincón/y en este mismo retrete,/le di por culo a un factor,/al que pica los billetes/y hasta al jefe de estación». Eso sería ahora Versalles. En los blogs se leen cosas peores, y con nombres propios: te dicen quién es el jefe de estación. Sin ninguna prueba. Mucha basura. Cobardía del anonimato. Territorio de impunidad. Lo que era la sierra con el bandolerismo es ahora el llano de los blogs. Más inquietantes, aleatorios y peligrosos. Te subías a una diligencia para cruzar Despeñaperros y sabías que te podía salir la partida del Tempranillo. Ahora entras en los blogs y no sabes lo que te puedes encontrar. Pueden robarle a cualquiera la fama, el honor, la credibilidad. La verdad misma es desvalijada a cada momento. Nadie sabe con qué intenciones. Y nada digo de los parientes cercanos de los blogs: la familia numerosa de los foros. Piense un tema, por raro que le parezca, y de eso hay setenta foros y siete docenas de blogs. Enlazados y conectados unos con otros. Donde todas las famas son puestas en almoneda. Donde todo fundamentalismo tiene su asiento y su «nick». Hay quienes aseguran que en los partidos políticos hay militantes que, bien desde la sede, bien desde su casa, se dedican diariamente, echándole horas y horas, a entrar en estos ámbitos de lo que sobre el papel es saludable libre opinión, para repetir las consignas al uso y para descalificar insultando y desprestigiando a quien se atreva a llevar la contraria a sus ideas. Los talibanes nos tienen rodeados.Se está imponiendo una generalizada estética del blog virtual, y algo que es más triste: la ética del foro. Que es la absoluta falta de ética. Si esos usos quedasen por lo menos en internet, que tienes que entrar en una determinada URL para que te salga tanta basura destapada... Pero han saltado a los programas de cuchicheo y cotilleo de la TV, mal llamados del corazón. ¿Qué has hecho, corazón, para que pongan tu nombre a la basura? Con la misma temeridad e impunidad de los blogs, unos bien pagados foreros, sin mayor formación que su mala baba y su falta de rigor, haciéndose pasar por periodistas, opinan de todo lo opinable, asaltan honor y fama ajenos, de los vivos y los muertos, y se inventan lo que quieren. Ayer lo comprobé una vez más. Llamé a Houston y hablé con Amador Mohedano para preguntarle por Rocío. Sólo oyendo la voz de Amador sé cómo está Rocío, no me tiene que dar más detalles. Y le oí una voz llena de vida, de esperanza, hasta con su jí, jí, já, já. Colgué el teléfono y puse la tele. Allí, unos foreros inmisericordes estaban prácticamente metiendo a Rocío en la caja. En la caja del dinero podrido que trincan por repetir en la tele las mismas vilezas que otros bandoleros, asaltantes de la verdad, escriben gratis total en los blogs y los foros.
Podría decir, Sr Burgos, sin temor a equivocarme, que uno ni es moderno, ni está en la onda ni nada de nada si no lo es o está para alguien, y, especialmente en esas cosas, uno ha de proyectarse en la sociedad entera, puesto que moderno no es algo concebible en el solipsismo o dentro de un círculo cerrado de amigos, como no lo es estar en la onda. Además, para ser algo para alguien tiene uno que ser alguien, a su vez. El anonimato dificulta extraordinariamente esta identidad. Un anónimo es un nadie con voz y todo prestigio o infamia pertenecen a un nick: la persona de carne y hueso tiene que quitarse tarde o temprano la máscara para recoger los aplausos o los huevos podridos de su excelente o negligente labor. Si no se quedaría solo en palabras, en opiniones, en argumentos, desnudos, sin titular, cuyas vísceras o rostro pueden solo ser intuidos, nunca vistos.

Pero quizá algunos quieren solamente opinar, y no ser vedettes de la opinión, aunque sean pocos. Pocos, digo. Es fácilmente observable que gran parte de los bloguers no ocultan su identidad. Ello tampoco significa que quien muestra su cara pretenda lucirse. Pero del mismo modo podría decirse que no todo el que se oculta lo hace cobardemente. ¿Acaso no puede haber otras razones para hacer lo uno o lo otro?.

Pero llamemos a las cosas por su nombre: ¿a qué se le llama cobardía del anonimato?. Intentaré explicarlo, pasando por una libertad básica.

Ahora que con motivo de las caricaturas de Mahoma se habla tanto y tan grandilocuentemente sobre la libertad de expresión en nuestras modernas sociedades democráticas occidentales convendría hacer una pequeña reflexión sobre la misma.

Muchos de los que se proclaman defensores a ultranza de esta libertad están prestos a censurar, o a hacer la crítica previa a la censura, a todos los que no comulguen con sus ideas (especialmente sobre cómo debe entenderse y ejercerse esa libertad).

La opinión es libre. No hay ni debe haber nada más libre que la opinión. Y esta puede ser secreta o abierta. Da igual que uno diga quien es o no lo diga. Es más, si no se identifica puede opinar más libremente, si cabe, y mostrarse, paradójicamente, tal cual es. El opinante no es para sus interlocutores Pedro López, pero si muestra al verdadero Pedro López, sin importar mucho quien sea realmente el tal Pedro López, pues podría ser cualquiera, y nadie.

Y es muy democrático que cualquiera pueda opinar, igual que lo es que cualquier pueda votar. ¿Se le pide acaso al votante que muestre a quien va dirigido su voto?. Los caciques de la opinión nos piden que nos identifiquemos para poder censurarnos, y, en su impotencia, censuran el anonimato, tachándolo de cobarde.

Pero hay personas que no desean identificarse porque ni aspiran a los honores de la celebridad, ni quieren ver perturbada su paz vital con agresiones a su humilde intimidad (agresiones a las que, todos sabemos, es muy dado el Estado). Pero quieren decir lo que piensan, lo que sienten, lo que creen. Quieren decirlo y que sea escuchado (o más bien leído). Y quieren decirlo desde su propio lugar, desde su hogar virtual, desde su website particular. Nadie obliga a sus lectores a leerle o a responderle. Sus palabras solo adquieren significado a la luz de la interpretación que de ellas hagan los ciudadanos que pasean por la red. No hay nada más libre ni más democrático. Entren, si quieren. Pasen de largo, nadie les fuerza a pararse. Si leen lo que hay escrito es porque les sugiere algo. Si responden es porque también tienen cosas que decir al respecto y quieren decírselo a quien han leído. Si se entabla una discusión se enfrentan solamente las ideas. La derrota o la victoria quedan plasmadas en palabras. No corre la sangre, sino la tinta. ¿Dice usted, Sr Burgos, que esa tinta es también la del calamar?: quizá. Conviene huir de los depredadores.

Por otra parte: ¿No ocurre en las elecciones que cualquiera puede presentar su candidatura y cualquiera puede votarle?. Solo es concebible expulsar del juego a quien no respete la regla elemental de dejar que los demás participen.

Habla usted de los retretes de Utrera. Y los pone de ejemplo de respecto y cortesía frente a los blogs. Realmente no sé que blogs leerá usted. A juzgar por el final de su artículo serán blogs del corazón, de los que hasta ahora no tenía noticia. Pero es que lo del corazón es todo más o menos de ese estilillo chabacano. No busque pues en los blogs la causa del fenómeno.

Pero creo que no se refiere usted a esos blogs rosas, en exclusiva. Abarca usted a la generalidad. Y en los blogs que yo leo u ojeo no he visto, francamente, una vulgaridad comparable a la inexcusable de los escusados. Ni tan siquiera en la mayor parte de los blogs de izquierda. Quizá en la estación de Utrera sean todos muy finos y muy sutiles. Le puedo asegurar que yo he visto verdaderas barbaridades escritas en paredes y puertas, y con nombres y apellidos.

Y también he visto maravillosas exposiciones de ideas en la blogosfera. Quizá deba preocuparle Sr Burgos: he leído algunas cosas que nada tienen que envidiar a las escritas por los articulistas o ensayistas de más fama. Y algunas que superan con creces a la de algunos mediocres que viven del cuento. Y quien las escribió no cobró nada por ellas.

Los bloguers pueden opinar "gratuitamente", pero si es así lo es en ambos sentidos del término. La mayoría de los blogueros solo obtenemos aprobación o desaprobación, y la mayoría de la veces indiferencia. Pero piense en un producto cualquiera en un estante cualquiera de un mercado cualquiera: ¿no le sucede lo mismo?.

Frente al anonimato que dice nombres y apellidos está el dedo acusador que no señala a nadie en concreto, y que, con tanta razón o más cabe considerar cobarde. Se podría al menos señalar un nick, o a un determinado foro o blog, en caso de que no sea posible señalar a los seres humanos de carne y hueso que se ocultan detrás. Pero se prefiere sugerir muy al estilo de los retretes antiguos de la estación de Utrera, esos foros de urbanidad (por comparación).

Tiene usted en cualquier caso, Sr Burgos, una visión idealizada y seudoaristocrática de cómo debieran ser los blogs. Mas en los blogs, lamento decírselo, todavía hay verdadera democracia y cada cual se expresa como le parece. El problema, creo yo, estriba en que se ha querido asimilar demasiado rápido al periodismo: ¿y por qué me pregunto yo?. Yo por ejemplo escribo lo que me viene en gana, aunque sea de política, pues los ciudadanos sin carné de periodista o partido también tenemos nuestras humildes opiniones, y me lee quien quiere, y me critica quien quiere y tiene valor. ¿O es coto privado de los periodistas de siempre?....internet, lo sé, está echando por tierra, implacablemente, algunos viejos privilegios....es revolucionario.

Es muy propio del pensamiento heroico, Sr Burgos, el creer que uno ha de tener dedicación completa a la causa, sacando pecho, exponiéndose a los ataques en defensa de sus ideas. Pero las ideas se defienden solitas. No necesitan una guardia de Korps, como los tiranos. La blogosfera sería una especie de mundo de las ideas platónico, si bien no tan...ideal.

¿No puede acaso uno dejar discurrir sus pensamientos, sin otro freno para estos que los ajenos y su superior plausibilidad sobre los propios?. El pugilato de las palabras puede ser positivo (antes del físico) y muchos puede que aprendan humildad, dado que no pueden aplastar a su adversario más que con razones de peso.

Poco importa que el autor del blog sea uno o muchos, que exponga ideas propias o de un partido, incluso que cobre o no obtenga nada por sus desvelos o entretenimientos. Solo puede ofrecer ideas y ha de enfrentar ideas.

Pero en fin, Sr Burgos, quizá le haya dado una importancia indebida a su exabrupto. Quizá lo haya malinterpretado. Quizá yo solo sea uno de tantos bloguers faltones e ignorantes. Pero creo que tengo derecho a decirle esto, y creo además que lo tengo también a hacerlo detrás de un seudónimo, sea por cobardía o por deseo de no ser conocido.

Debo decir, pese a todo, que su artículo es muy elegante al lado de
otros que circulan por ahí sobre el mismo tema. Puestos a comparar paredes de baños públicos con la web, ¿me permitirá usted la comparación?.

Ande, Sr Burgos, lea esto. Creo que el paranoico de Cueto lo habrá leído durante su café.

1 comentario:

Nomotheta dijo...

Gracias Maestre.