Quintana, el líder del BNG, mendiga miles de millones de Euros al Estado Central, sin perder por ello su orgullo nacionalista. Recuerda al niño de papá que le chulea a su padre mientras le exige dinero para la juerga del fin de semana. La diferencia entre un reclamo y otro es cuantitativa, no cualitativa.
Más cualitativa que cuantitativa es, en cambio, la diferencia entre las manifestaciones en la puerta del Congreso con motivo de la Comisión del 11-M. Los sutiles matices que distinguen una protesta de ciudadanos individuales contra hechos y circunstancias concretos de un ataque ad hominen, orquestado por un lobby político-mediático, no se le escapan a Constantino "el menor", de ahí que haya decidido favorecer al último a costa de los primeros, mandando a estos a manifestarse a otra parte.
Algunos familiares de las víctimas del Yak-42 lograron incluso colarse dentro del Congreso, cartel ofensivo en mano, gracias a la inestimable ayuda de miembros del PSOE, para mejor poder perseguir a Trillo ante las omnipresentes cámaras del Gran Hermano periodístico.
"Algunos" familiares, digo. Pues no es que "algunos" entrasen, sino que los que entraron eran solo "algunos". Igual que "algunos" eran los familiares de las también víctimas del 11-M que se manifestaron sin oposición en las puertas del Congreso para llamar asesino a Aznar.
Da igual que haya sido un accidente o que el asesino sea otro. Aznar tiene la culpa. Si creía que su retirada iba a ser magnánima y tranquila, como la de Sila, es que no comprendía bien la fuerza, las tácticas y la determinación de sus adversarios.
ZP es, en cambio, nuestro Petronio, como árbitro del buen gusto, y nuestro Catón el viejo, como guardián de la decencia.
El buen gusto y la decencia van de la mano, como la ética y la estética Wittgensteiniana, en el matrimonio homosexual, al que él, supremo juez salomónico, que parte en dos España para contentar a una parte (a ser posible la más pequeña y agresiva) ha dado el visto bueno, otorgándole una sacralidad laica (disculpen la contradicción en los términos).
Es este un gobierno de unos pocos "algunos" sobre todos. Algunas regiones, algunos partidos, algunos grupos de presión, algunos medios audiovisuales, algunas religiones....etc
Aquilino Polaino manifestó, desde su Cátedra, alguna pequeña objeción a la utopía gay, relacionada con el carácter patológico que estaba en el origen de numerosos comportamientos homosexuales. En la linterna de la COPE expuso su punto de vista pormenorizadamente, dejando claro que era mucho más amplio y profundo que el "hombre de paja" prejuzgador que nos sirvieron los medios y los que se ofendieron aun antes de escucharle.
Pero Aquilino fue sucedido, en el Senado y en la radio (La Ventana de la Ser, ayer), por María del Mar González, que nos entusiasmó a todos con lo supermaravillosas que son las parejas gays y lo superfelices que se desarrollan los niños de los que estas se hacen cargo. Era un cuadro tan idílico el que nos pintaba que daban ganas de salir del armario, aunque uno nunca hubiera estado dentro de él, porque vendría a ser, poco más o menos, como salir de la Caverna de Platón y ver el sol por vez primera. ¡Ser Gay es Guay!. Y se hijo de gay......lo más.
Lástima que la tal Maria del Mar no tenga la más mínima credibilidad, ni moral ni profesional.
El 11-M, que es un tema más urgente a día de hoy, no parece importar tanto, o quizá importe demasiado, pero sea como fuere el resultado es el mismo: cerrojazo al simulacro de Comisión de Investigación. En ella tuvieron tan poca cabida los testimonios solicitados por el PP como en las puertas del Congreso las manifestaciones para solicitar que no se cierre.
Ayer noche, ya cerrada la Comisión, se debatía en Telemadrid -cadena que representa una isla en un océano de información prosocialista- acerca de las incógnitas en el atentado.
Participaron en el debate: Jesús Maraña, Director de la revista ‘Tiempo’; Ernesto Ekaizer, Adjunto a la Dirección del diario ‘El País’; Casimiro García Abadillo, Vicedirector del diario ‘El Mundo’; Antonio Rubio, Subdirector del diario ‘El Mundo’; y Miguel Ángel Aguilar, columnista del diario ‘El País’ y contertulio de la cadena ‘Ser’.
En el rato que vi el debate pude apreciar la apabullante superioridad de los Sres García Abadillo y Rubio sobre los demás. Se notaba que habían estado haciendo un trabajo muy exhaustivo de investigación y que sabían del asunto que hablaban hasta en los más pequeños detalles. El Sr Ekaizer se aferraba desesperadamente al "argumento único" de las mentiras del PP tras los atentados, parecía un diletante enfrascado en la demostración de un teorema de matemáticas avanzadas. Pero, a su lado, Aguilar hizo un espantoso ridículo, que no pudo siquiera ocultar detrás de la vaga retórica de su aliado izquierdoso.
Asistí, entre sorprendido y exultante, a un momento álgido de la discusión en la que el Sr Aguilar se retrataba, a mi parecer, como un perfecto idiota. Decía García Abadillo que no parecía creíble que los autores intelectuales del atentado hubieran sido los pelanas de Lavapiés, vista la tecnología necesaria para montar las bombas con los móviles, o la estrategia necesaria para hacerlas explotar sincronizadamente en varios lugares concretos....etc etc. Entonces Aguilar se remontó al mito de Caín y Abel, e intentó establecer un paralelismo imposible al comparar los móviles-bomba con la "quijada de burro" que empleó Caín para matar a Abel.....(la quijada de Aguilar, podríamos decir desde hoy). García Abadillo, ante esto, le pidió seriedad y le puso de tonto en adelante, con muy buenas maneras, y, desde ese momento, al menos hasta que yo dejé de ver el debate, que fue mucho después, Aguilar se quedó mudo, y tratando de dar una imagen de seriedad circunspecta.
Todo ello me llevó a la conclusión de que el mejor modo de combatir las mentiras y nebulosas irracionalidades de las izquierdas es sentarse frente a ellos y presentarles datos y argumentos, indisolublente unidos. Es un ejercicio de responsabilidad agotador que nos obligan a hacer a diario, pues a diario inventan ellos nuevas farsas, apelando a las vísceras de aquellos a los que se ha de informar. Callar ante las mentiras de la izquierda, siquiera un instante, es otorgarles el poder.
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