viernes, julio 29, 2005

Cerrado por Vacaciones

Hasta Septiembre, desde hoy, no voy a poder escribir nada por aquí. Me alejo de los ordenadores y, en general, del mundanal ruido, para dedicarme a la familia, la lectura y la contemplación mística del universo.

Dado que no hay otro escribiente entre los bastidores de esta bitácora, dispuesto a tomarme el relevo si desfallezco o abandono por alguna otra razón la labor, dejo quieta la página, flotando en la inmensidad de la red, como una boya solitaria en el centro inexistente de un mar infinito.

Cualquiera que por aquí pase, y así lo desee, puede dejar un mensaje, una anotación, una señal de su paso, una muesca o conjunto de muescas en la boya, breves o extensos testimonios de si, meditadas o precipitadas palabras, propias o ajenas ideas, liberales o antiliberales consideraciones. Lo leeré y seguramente responderé cuando vuelva a amarrar la boya al embarcadero, si retorno del viaje que emprendo, que Dios lo quiera. Amén.

Dado que no formo parte de ninguna red restringida, y que no depende si no de mi estado de ánimo, mi inspiración o mis apetencias el que escriba o no, me marcho hacia un soleado y luminoso horizonte vacacional sin llevar lastre alguno.

Un fuerte abrazo para los que alguna vez, durante estos dos meses, han entrado, leyendo, opinando y pensando sobre los asuntos que aquí se exponen.

Para despedirme cito la gran sentencia, de lacónica profundidad, espetada por Schwarzenegger a la cara de un malo malísimo en una de sus pelis:

“Volveré”.

jueves, julio 28, 2005

Economía Silenciada

El otro día fui a un Corte Inglés a comprar unos libros. Me compré:

“En Defensa de la Globalización” de Jagdish Bhagwati.

“El Choque de Civilizaciones” de Samuel P. Huntington.

“Occidente contra Occidente” de André Glucksmann.

“La Gran Mascarada” de Jean François Revel.

En la sección de política había cosas buenas y un montón de basura, y había que separar la paja del grano, pero la de economía era muy triste.

Eran los mismos manuales de siempre, los mismos popurrís superficiales pretendidamente científicos.

Pasé por la carrera de económicas como alma en pena, teniendo que tomar en serio las incongruencias y vaciedades de la economía neoclásico-matemática, sin oír mentar a Hayek más que una vez, en una clase de Macroeconomía. El profesor, un keynesiano apasionado, citó al sabio de pasada, diciendo de él que pertenecía a una escuela menor, que defendía cosas absurdas.

Mises no existía, directamente.

Recuerdo que un día, asqueado ya de oír chorradas, y odiando desde la frustración de un lógico ante la falta de lógica la ciencia económica, me decidí a comprar una colección de Economía que salió en los kioskos. En ella encontré la joya de Menger (Principios de Economía Política), y otras maravillas de Unión Editorial, cuyos derechos Folio había adquirido para la colección.

Leí esa obra en mi penúltimo curso. Un día la llevé a la clase de Historia del Pensamiento Económico. El profesor, un apasionado de Adam Smith, al acabar la clase, a punto ya de salir, reparó en el libro y curioseó la portada. “Ah, dijo, los Principios de Menger....¿Puede usted con ello?....¿No le parece infumable?......”.

Aquello me dejó verdaderamente atónito: “INFUMABLE”....¡¡Esa excelente exposición, meridianamente clara, amenísima, lúcida, inapelable!!! ¡¡¡¡Esa Obra Maestra!!!”.....

Callé ante la apreciación del eventual maestro y seguí leyendo al intemporal genio.

Finalicé mi formación y empecé a leer a los grandes, a los austriacos, y a algún otro bicho raro. Y desde entonces la economía me parece una ciencia interesante.

En afán de multitud de economistas por hacer de la economía una especie de ciencia física es lamentable.

La herramienta matemática es de una precisión y una belleza inigualables, pero aplicada a fenómenos complejos creados de continuo por acción de la libertad humana resulta del todo inútil. Todo lo más puede valer como instrumento accesorio de tipo estadístico.

En fin, que no había un solo libro de Unión Editorial en aquel Corte Inglés, igual que no conocí a los verdaderos economistas, y la verdadera economía, hasta que acabé la carrera.

miércoles, julio 27, 2005

Más Vale Brasileño en Mano que Cientos de Ingleses Volando

López Garrido ha pedido al Presidente del CGPJ que rectifique. Ha considerado “intolerables” las declaraciones que este último hizo acerca de la muerte de un brasileño en el metro de Londres.

Parece ser que el brasileño entró, en pleno verano, con indumentaria invernal, de esa que disimula tan bien las bombas, en una estación, y que a la voz de alto de la policía salió huyendo despavorido, precisamente en dirección a un vagón de metro, cual si corriera a inmolarse segando de paso unas pocas vidas.

Por lo visto no tenía papeles, el pobre. Y unos tiros acabaron con su vida.

El otro día, entre refrescantes cervefrías, comentaba esto con unos amigos, y uno me dijo: “el tío ese se lo merecía, porque hay que ser gilipollas para montar ese numerito con la tensión que hay en estos momentos en Londres”.

Y no puedo decir que esté de acuerdo en que el chaval aquel mereciera morir de esa patética y casi cómica manera, pero creo que pocos me podrán discutir –ni a mi ni a mi amigo- que el tío ese era bastante tontón..

Sea como sea, ninguna ley avala –ni debiera avalar- que los bobos sean ejecutados sumariamente. Sobre todo porque resultaría extremadamente difícil definir correctamente la idiotez y señalar a quienes abusan de ella en su diaria inercia, y porque en seguida surgirían de los más recónditos recovecos del subsuelo social toda una legión de sicofantes malévolos que le calificarían a uno de imbécil, llevándolo al instante a un cadalso improvisado.

Pero la clave de todo este asunto está en la tensión que apuntaba mi amigo. Porque la ineludible incertidumbre que nos acompaña de la cuna a la tumba se convierte en insoportable, en insufrible tensión, cuando montar en metro es como jugar a la ruleta rusa.

Y no podemos permitir que esta zozobra nos angustie hasta la náusea primero y luego nos paralice, convirtiéndonos en muertos vivientes.

Así que, si es preciso, habrá que sacrificar todos los días a un tonto en el altar de nuestra libertad y tranquilidad, y no dar tanto bombo al asunto.

Porque si hay algún punto en el que el Estado es necesario, un punto que casi ningún liberal (como es sabido amantes del Estado) discuta, es el de la seguridad ciudadana y la defensa exterior.

Aquí el enemigo ataca por ambos frentes, exterior e interior, con quintacolumnistas desvergonzados que proclaman que entienden los sentimientos y motivos de los terroristas, cuando no los comparten abiertamente, y consideran al Occidente que les da cobijo, alimento y múltiples distracciones como inmoral y decadente.

Son exteriores porque nos miran desde la lejanía de su fe y su cultura (que en el Islam son una sola cosa o no son nada), e interiores porque están entre nosotros, como la tenia se aloja en el aparato digestivo de su víctima.

Aunque esto, parece ser, no es intolerable para Garrido. Lo intolerable es, según él, que Francisco José Hernando, Presidente de CGPJ diga que al estar inmersos en una guerra contra el terror, que el denomina, quizá con razón, Tercera Guerra Mundial, sea necesario crear situaciones extremas. Lo intolerable es que se justifique de alguna forma a la policía inglesa por abatir a tiros a un pobre inmigrante brasileño sin papeles disfrazado de terrorista suicida, poco después de una masacre y un intento de repetirla.

Los Jueces para la Democracia y otras asociaciones judiciales de marcada tendencia progresista están escandalizados con Hernando.

¿Para cuando se escandalizarán con los resultados arrojados por la encuesta del Daily Telegraph?.

http://www.larazon.es/noticias/noti_int66637.htm

martes, julio 26, 2005

Amiguitos

Este Viernes pasado entró un "amiguito" mío, que es informático, a ponerme unos enlaces que le había pedido, puesto que yo, en mi inutilidad, no sabía cómo hacerlo.

Tuvo él la ocurrencia picante de poner "amiguitos" sobre las páginas enlazadas. Hoy lo ha corregido, a petición mía.

Debo aclarar esto porque los otros blogs a los que se accede desde esta página no los escribe amiguitos míos, sino perfectos desconocidos con cuyas ideas, grosso modo, comulgo.

Aparte que el toque podría parecer a algunos pueril, y en vivo contraste con el contenido, algo más serio, si bien no mucho más, del blog.

Ea

Salmo Responsorial

Señores de la izquierda internacional, Komintern de la abyecta claudicación:

Podrán ustedes acusar a los Estado Unidos de Norteamérica y a Israel, o al capitalismo, de ser los causantes de todos los males del mundo.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes considerar que existen mares de injusticia universales, eterno caldo de cultivo de justas reivindicaciones y justicieros que las representan.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes promover Sacras Alianzas de Civilizaciones, foros de multicultural entendimiento y acercamiento.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes calificar de racistas, xenófobos, fascistas o etnocentristas a quienes no aprueban, o incluso censuran, determinados comportamientos dentro de la sociedad en la que viven por estimarlos incívicos y contrarios a la concordia y a la armonía sociales.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes decir que es preciso distinguir entre islamistas buenos y malos, entre musulmanes moderados y radicales, insistirnos en que no se puede meter a todos en el mismo saco.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes temer los fantasmagóricos peligros de una mayor seguridad para las libertades civiles.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes hacer loas a la tolerancia y a la convivencia entre diversas culturas, poniendo ejemplos de sus magros éxitos y ocultando o execrando sus diarios fracasos.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes indagar las causas últimas del terrorismo, hasta la disección del espíritu mismo que lo alienta.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes ocultarse hipócritamente tras el Estado de Derecho, que dicen defender, y afirmar categóricamente que todo el peso de la ley caerá sobre los terroristas.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes declarase defensores a ultranza del parlamentarismo, la democracia, los derechos humanos, el diálogo, el talante y la razón.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes obsequiar a los musulmanes con el más exquisito trato, tanto a sus personas como a sus países y a su religión, equiparando esta última con las demás en el marco de un Estado laico religiosamente aséptico.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes pensar que las diversas culturas son equivalentes, igual de buenas e igual de malas, simples manifestaciones de una diversidad humana superficial que no implica ni mejores ni peores comportamientos adaptativos a la realidad y a la necesidad.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes afirmar que el terrorismo no es un fenómeno exclusivo del fundamentalismo islámico, y que es una forma de lucha armada que adoptan aquellos cuya debilidad les impide afrontar una guerra convencional.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes remontar su análisis en la historia hasta llegar a la guerra fría, que armó a muchos fundamentalistas, o aún más, al colonialismo europeo, que “explotó” a los pueblos de oriente y del sur.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes cobijarse en la ONU y en su dudosa legalidad, dictada por todos, siendo todos cualquier soberanía nacional.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Podrán ustedes creer que si ceden a las supuestas pretensiones de los terroristas cesarán estos en sus ataques indiscriminados.

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.

Etc etc....

Pero el Islam no va a dejar de poner bombas.


Ah, y ETA tampoco.

viernes, julio 22, 2005

Afuera Democracia Contra el Terror, Aquí Rubalcara

El Presidente de Pakistán dice que los terroristas de Londres "no son humanos". Esta es una reacción lógica muy ilógica. Responde muy lógicamente a la necesidad de descalificar sin paliativos a los monstruos asesinos, pero no describe nada de forma lógica. Pues ¿Que son si no humanos los autores de la matanza?.... ¿son extraterrestres procedentes de Raticulín? ¿simios parcialmente afeitados? ¿autómatas antropomorfos? ¿demonios encarnados? ¿acaso divinos?....no, yo diría, tomando la frase de Nietzsche, que son no solo humanos, sino "demasiado humanos". Lo cual, si bien no les iguala a nosotros, que en humanidad ni les vamos a la zaga ni les superamos, si debería hacernos reflexionar sobre las diversas formas que toma nuestra naturaleza, y el fundamento común que las hace posibles.

A unas razones se pueden oponer otras, pero a la sinrazón solo cabe oponerle la razón. Razón como categoría, razón como instrumento de vida y acción. No se puede responder a la irracionalidad ajena con más irracionalidad, sea del tipo que sea.

Se deben aplicar el método y el discurso, el "discurso del método", el espíritu (cuyos ejes cartesianos sirvan de referencia ineludible para nuestras sociedades) que Blair y Bush encarnan a diario, que no es otro que el de la intolerancia contra la intolerancia, y el de la beligerancia de la democracia liberal frente a otras ideas, espurias todas ellas, erróneas todas ellas, totalitarias todas ellas, de democracia.

La tolerancia, igual que la democracia, llevada a su extremo conduce a la esclavitud.

¿Que hay más tolerante que un esclavo obediente y sumiso, al menos en lo que se refiere a las veleidades caprichosas de su amo?.....¿que hay más democrático que hacer siempre lo que el pueblo diga, esto es, lo que una mayoría desbocada diga? ¿Y no ocurre acaso casi siempre que lo denominado mayoría no es más que una minoría que se erige en representación de muchos a base de engaños y promesas imposibles de cumplir, aprovechando su ignorancia?....¿debemos aceptar la tiranía de una hidra de mil cabezas, que subyuga a los diferentes, tantas veces los mejores, guiada por un único cerebro planificador?....

Para impedir los excesos de la tolerancia y la democracia tenemos la moral y el Estado de Derecho, productos ambos de larga evolución cultural y política.

Ultratolerancia es, indefectiblemente, relativismo moral, Ultrademocracia arbitrariedad. Y relativismo moral y arbitrariedad se dan la mano en el socialismo real, que es lo que, bajo distintas denominaciones y formas exteriores, nos ofertan, con una publicidad y propaganda explosivas y sangrientas, a la par que falaces y absurdas, los monstruos inhumanos de nuestro tiempo, que son, para vergüenza de la especie, demasiado humanos.

Moratinos, repite las palabras de Blair como un loro, esto es, sin entender el significado de lo que dice: "No van a cambiar nuestros principios...bla bla bla". Se trata de un espíritu que, puesto en circulación en "círculos" demagógicos se torna mantra, eterno retorno de fórmulas vaciadas ya de su contenido. Repite el Ministro de Exteriores como repite el cuarto o quinto del juego de las escuchitas algo que nada tiene que ver, en su significado, aunque conserve algo del significante, con lo dicho originalmente. En dicho juego se ponen varios niños en círculo y uno dice al oído del que tiene a su lado una frase, por ejemplo: "El jamón de Jabugo es muy bueno y se come en mi casa", que este trasmite al siguiente y así hasta que la frase finalmente retorna a su origen completamente transformada: "En Jabugo comen el jamón bueno en su casa".

Esta clase de tergiversaciones, deliberadas o no, suelen darse a menudo. En el caso de Moratinos quizá pueda atribuirse a la memez que le es inherente, o, mejor dicho, que le es consustancial. Y esto es muy humano. Igual que humana es la perversidad falseadora del propagandista, del Goebbels, del Munzenberg.

Rubalcaba es humanamente humano, pues, y tiene la desfachatez de acusar a los demás de "caras". Esto no se debe a que crea, como "buen ladrón" (discúlpese la contradicción en los términos, que acompañó a Jesús en el Calvario), "que todos son de su condición". Antes bien es plenamente consciente de que el diputado del PP se encontraba verdaderamente afectado por la tragedia. Pero para Rubalcaba la cosa era una comedia. Le entró la vena Aristofanea y se la opuso al apasionamiento Sofocleo de su adversario político, plenamente consciente de que aquello, en ese instante y en ese asunto, no era Teatro, ni estaba protagonizado por actores con máscaras de carne.

Y además había 11 muertos sobre la mesa, número simbólico en estos tiempos. Aunque en el 11-M hubo muchos más y eso no le impidió usarlo políticamente para mentir sobre mentiras ajenas igual que ahora le echa cara, derrocha rostro, para atribuir cara a los demás.

Aún recuerdo el demoledor discurso de Rubalcaba sobre liberalismo y Estado de derecho cuando Ibarretxe llevó su Plan al Parlamento, con su permiso. Al menos era demoledora la parte en la que yo le escuché, pues el discurso fue largo y yo vi apenas unos minutos. Desde luego si Rubalcaba creyese en la mitad, ¡que digo!, en el cuarto de la mitad de lo que dijo entonces, tendríamos un Rubalcaba liberal, y no un liberticida. Pero es inútil soñar al respecto. Su peculiar visión del pragmatismo está reñida con la moral y con el Estado de Derecho. Y es enemigo natural de quien vea en moral y Estado de Derecho fines, y no medios, instrumentos, piezas de ajedrez en una partida jugada por los más ilegítimos intereses.

¡Que arda Guadalajara!, ¡Que Madrid y Londres sean un espectáculo de muerte y destrucción!....mientras esto nos beneficie de alguna forma será bienvenido....y, si no hay beneficio, ya nos encargaremos de buscarlo, de crearlo. Por ejemplo diciendo que "España no se merece un gobierno que mienta", repitiendo discursos brillantes made in UK, o llamando cara a un afectado por una tragedia, despertando su ira para mejor hacerse la víctima y presumir de razón.

jueves, julio 21, 2005

Realismo Aficionado

Hay gente que piensa que la televisión es una basura. Otros aseguran que no hay televisión basura sino programas basura, que inundan por completo las programaciones. Otros matizan aún más y afirman solemnemente que solo algunos programas son basura. Y algunos osados tienen el valor necesario para ver los programas denominados así, y lo hacen, dicen, por interés sociológico.

Aunque lo más habitual es decir que se ven muchos documentales.

Sucede que incluso las personas más sabias tienen sus momentos en off, y entonces el poder hipnótico de la televisión les arrastra, cual a Alicia a través del espejo, dentro del mundo irreal de las imágenes y los sonidos desprovistos de su contexto.

Esta fantasía audiovisual lo es no tanto porque no refleje de alguna forma lo acaecido cuanto porque lo refleja para los ojos de gentes que no pueden darle la importancia debida. Y es que estar en el ajo suele dar brillo y sentido a cualquier acontecimiento.

Pero parece que hablo de noticias, y no de programas de entretenimiento, que es a lo que iba. Pues los programas de entretenimiento no buscan ofrecer una imagen veraz, fiel, de la realidad, sino la distracción del espectador.

Para hacerlos o conducirlos no es preciso ser extremadamente riguroso, ni atender a la verdad.

Sin embargo la edad de la inocencia, creen algunos, ya pasó. Vivimos en la era de la ciencia y de las libertades. Y por ello los programas tienen que respetar determinadas convenciones que a todos parecen de lo más racionales.

Veamos el caso de las series televisivas, que tanto éxito están teniendo entre nosotros.

En ellas encontramos, destacadas, la nueva serie americana y la nueva serie española.

Un ejemplo paradigmático de la nueva serie americana es CSI, siendo de la española destacados ejemplos los Serrano, Aquí no hay quien viva o Siete Vidas.

El afán por trasmitir altas dosis de realismo ha tomado dos derroteros completamente distintos en estos muy distintos productos.

En España seguimos la línea trazada tiempo ha por el cine español. Un cine que pretendía sustituir con una cierta clase de realismo la falta de millonarios presupuestos.

Dicho realismo consistía en mostrar, sin tapujos, sin tabúes, el lado sórdido de la realidad.

Frente al cine espectacular y con moraleja de los EEUU nosotros fabricábamos un cine de naturalidad escandalosa, esto es, un cine que pretendía escandalizar a mojigatos y representar el mundo tal como es....con naturalidad, sin vergüenza, incidiendo para lograr tal fin en lo malo. Para ello se disfrazaba u ocultaba el negro mal con los colores chillones de un relativismo doctrinal.
Los protagonistas de las series españolas son gente “auténtica”, del pueblo, chabacana y buenaza a un tiempo, lo cual incluso podría ser una contradicción.

Y por supuesto no puede faltar algún personaje de la otra acera o de la zanja. El perdedor y el rarito son imprescindibles en ellas, como modelos, como héroes.

Por otro lado se intenta, sin éxito, copiar la fórmula americana de intriga y acción, en series como “Asuntos Personales”, pero dándole un poco de picante made in Spain. En dicha serie destaca especialmente la falta absoluta de conocimiento de sus autores de las realidades más elementales del mundo de la empresa, y, mucho más aún, de cómo funciona una farmacéutica (empresa sobre cuyos tejemanejes direccionales versa el bodrio). Y ello por no hablar de lo esquemático de los personajes y lo artificial de las situaciones.

Hace años, trabajando de teleoperador en la campaña del IRPF, conocí a una chica que tenía un novio guionista de series de televisión españolas. Un día, hablando de él, me dijo que llevaba una vida muy cómoda, que se levantaba tarde, paseaba, escribía un par de cosillas....etc etc. Aquello me dio mucha envidia por aquel entonces, pero con el tiempo aprendí a consolarme pensando que ese tío tendría que ser muy tonto o tragárselas todas. Porque a la vista de los resultados televisivos de los guiones no cabía albergar la más mínima esperanza acerca de sus autores.

En fin, muy triste.

En cuanto a la serie americana se pueden decir también muchas cosas, aunque bastante mejores.

CSI es un producto impecable. Está muy bien hecho, muy bien interpretado, los guiones están bastante elaborados, y ni se abandona la moral ni se olvida la modernidad, dado que los protagonistas son “policías científicos”.

El único pero que le pondría a ese producto made in USA es que los personajes se aproximan idealistamente al superhombre. Se expresan con gran corrección –citan a los clásicos- razonan circunspecta, elegante y velozmente, y prácticamente siempre aciertan, con una infalibilidad que el propio Papa envidiaría.

Pero puestos a distraernos, queridos amigos, ¿qué es mejor?.....¿es mejor aquello que nos sugiere elevados sentimientos, magnanimidad, valor, estudio, análisis, austeridad...etc...etc, o aquello que, por el contrario, nos anima a seguir siendo –si lo somos- vulgares, porque eso es lo auténtico, porque eso es lo que mola?....

Ay, a mi no me cabe duda sobre a dónde prefiero mirar, porque la perfección es la asíntota hacia la que debiéramos converger.

No se le puede pedir a las series un realismo total, pero si al menos que no nos vendan contravalores, y que sean realistas en la creación de contextos y situaciones creíbles, más que en la maximización de lo grotesco, lo enfermo y lo cutre.

miércoles, julio 20, 2005

Judo Moral Desde los Principios

Bush recibe a Rajoy, pero no a ZP, al que ni siquiera coge el teléfono. Y es que la Unión Demócrata Internacional no es una Alianza de Civilizaciones, sino, en todo caso, una alianza entre individuos civilizados, representantes únicos de la civilización.

No es posible civilización sin personas civilizadas, ni relación entre distintas civilizaciones sin que en ellas hayan “aliados normales”, esto es, personas que en representación de sus respectivas unidades políticas y sociales tengan y pongan en común “unos determinados principios y una serie de valores”.

Los principios que hacen posible las civilizaciones son iguales para todos. Ni el clima, ni la orografía, ni la época, ni las convenciones culturales generalmente aceptadas cambian este inapelable hecho. Relativizar culturalmente solo puede conducir a aprobar comportamientos bárbaros, contrarios a la Civilización entendida como fenómeno humano característico.

Seguir esa “extraña política con amigos como el Presidente de Venezuela que, sin duda alguna es un peligro para la región con unas extrañas relaciones con Cuba” es pretender equiparar los comportamientos políticos destructivos y autodestructivos con los que promueven la prosperidad y la libertad.

Rajoy ha hecho uso de una técnica tradicionalmente utilizada por las izquierdas para desmontar a sus adversarios, y que tan buen resultado está dando ahora a la derecha liberal: el judo moral.

Este judo moral, al que Kundera dio forma poética, consiste en poner al adversario político ante la difícil tesitura de elegir entre dar la razón a un contrario o negársela, quedando con ello como un perverso.

Quien lo practica lo hace proponiendo cosas difíciles de aceptar, por de quien vienen o por lo que suponen en esencia, pero en apariencia muy buenas, por sus teóricos resultados sobre la sociedad.

Por ejemplo ZP lo hizo al proponer el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo, que ahora incumple.

Pero la izquierda lo viene haciendo desde sus orígenes, pues al tomar el testigo de la demagogia clásica en nuestros tiempos modernos, propone sin descanso medidas y proyectos que, aseguran, crearían enormes riquezas y felicidad a todos, y cuyo rechazo supone desear la pobreza y la desdicha de la gente.

Rajoy es más hábil y más noble que ZP, lo que convierte su astucia en algo muy alejado de las taimadas tretas de la secta progresista.

Se ofrece, Rajoy, a mediar entre el Gobierno ZP y el Gobierno Bush para “ayudar a que mejore nuestra política exterior”.

El PSOE puede rechazar esa mediación, con lo que pondría de manifiesto su escasa voluntad de reconciliación con el Eje del Bien, y su adhesión incondicional al del Mal. Y podría –cosa harto improbable- aceptarla, con lo que aceptaría implícitamente lo erróneo de su política exterior hasta el momento, dando con ello la razón a los populares, y elevando la categoría de estos desde la de opositores a la de interlocutores oficiales con el país más poderoso del mundo.

No nos llamemos a engaño. El PSOE jamás podría aceptar la mediación de Rajoy, ni su apoyo, ni su ayuda.

En este sentido son ilustrativas las palabras de Ibarra: “si tengo que elegir, fíjese lo que le digo, entre Carod Rovira y Jiménez Losantos me quedo, muy a su pesar, con Carod Rovira, porque cada vez que me alinean con estos fachas, se me revuelve el estómago”. Como dice Libertad Digital: “lo de fachas iba también por Acebes”.

Así pues, los social-listos prefieren a un político radical en cuyo programa e intenciones está acabar con el Estado (y no precisamente como lo haría un liberal, sino con más Estado, pero Catalán), a un periodista cuyo único poder es su carisma, no siendo electo más que por el voto silencioso de quienes le escuchan y leen, y que lo único que pretende es un gobierno liberal y unas instituciones sólidas.

martes, julio 19, 2005

Transiciones y Revoluciones

Nací una semana después del golpe de Chile. Aquel levantamiento militar puso freno al avance del comunismo en América Latina, y gracias a él no hubo Castro en los Andes. Aunque esto no significa que debamos alegrarnos de la muerte de Víctor Jara.

Poco tiempo después Carrero Blanco volaba por los aires, propulsado fatalmente por una bomba de unos “liberadores” liberticidas, y se esfumaba la sucesión del Caudillo. Comenzaba un lento pero inexorable proceso hacia la democracia en España.

Durante nuestra transición, hábilmente conducida por hombres como Torcuato Fernández de Miranda, el peligro comunista fue postergado y, al final, democráticamente eliminado. El lobo Carrillo se había disfrazado de abuela de Caperucita. Pero, ¡ay!, todos sabemos que Caperucita era ROJA.....como la sangre de los asesinados en Paracuellos.

Mientras nuestra suave evolución tenía lugar, con un equilibrio puntuado por algún acontecimiento violento, en el mundo se producía una de mucho mayor envergadura, que supondría el nacimiento de nuestra realidad actual.

Un cambio de manos en el liderazgo del partido Conservador británico iba a tener una importancia extraordinaria en esta transición silenciosa y trascendente. El fallecido este Domingo pasado, Edward Heath, hasta entonces líder del partido, cedía su puesto a la que había sido Secretaria de Estado para Educación y Ciencia en su gobierno de principios de los 70, Margaret Thatcher.

La derecha varió a partir de entonces, gracias a esta mujer y a un hombre al otro lado del Atlántico llamado Ronald Reagan, su concepción del orden de un modo definitivo.

La imposición desde arriba iba a ser sustituida por la aceptación del orden espontáneo venida desde abajo. E iba a aplicarse por fin, en cierto grado, en el siglo XX, la verdadera política social: el liberalismo.

El viejo corporativismo y el Estado Social empezarían a abandonarse.

Pero para ello habría que esperar hasta que Thatcher, apodada por los rusos “la dama de hierro” por su “odio zoológico hacia el comunismo”, llegase al poder, en Mayo del 1979.

Poco antes, en febrero del mismo año 79, se produciría otro acontecimiento de gran importancia en la antigua Persia. El Sha fue derrocado por el islamismo radical de Jomeini. Con ello se pasó del socialismo real del monarca absoluto al islamismo totalitario de Estado teocrático. Y Michel Foucault, en representación de la intelecnulidad posmoderna, aplaudió con las orejas.

A partir de estos dos acontecimientos sociales –uno democrático y pacífico y el otro totalitario y revolucionario- el mundo giró y giró velozmente hacia el fin de la historia de Fukuyama, para ir a "chocar", inesperadamente, con el choque de civilizaciones de Huntington, que ha demolido elevados edificios y llenado de sangre y vísceras humildes metros y trenes de cercanías.

Y ahora uno se pregunta, ¿Quo Vadis, Homo?.

Seguiremos informando....si nadie lo impide.

lunes, julio 18, 2005

Un Fundamento Sociobiopsicológico del Totalitarismo

Uno de los fundamentos, quizá el más importante, del pensamiento totalitario, es la desconexión, en el plano práctico, de la realidad. Algo he apuntado, a este respecto, en mi escrito acerca de las catarsis resacosas. Pero este era solo un caso concreto, relativo a ciertos artistas, a cierto arte. Hay más.

Por ejemplo son destacables los siguientes:

Políticos profesionales, adolescentes o jóvenes que viven de sus padres y no quieren / no pueden independizarse, burócratas o aristócratas, profesores y alumnos universitarios que no están en estrecho contacto con el mundo real y cuyas ideas flotan libremente, sin restricciones ni obstáculos concretos, tangibles, palpables.

Si uno piensa en el más conspicuo espíritu totalitario de nuestros días, el islámico, encuentra en seguida la mentada relación entre falta de praxis y un aparato conceptual de peligroso idealismo.

Por ejemplo: el celo con que se preserva en nuestros días el “wahabismo” entre los monarcas del petróleo podría tener su cimiento sociobiopsicológico en la sobreabundancia sin esfuerzo que la venta del oro negro produce. Un dato curioso: en Arabia Saudita trabajan sobre todo los extranjeros.

Ben Laden es un multimillonario. Los terroristas del 11-S, 11-M y 7-J gozaban de holgada financiación, y, si trabajaban, lo hacían indolentemente y como tapadera.

Trabajar para ganarse la vida, vivir en una sociedad hasta cierto punto meritocrática, fortalecen ciertos aspectos del carácter y endulzan otros.

Cuando uno ha de lidiar diariamente con los intereses de los demás, teniendo muchas veces que contentarlos para lograr los propios, adquiere una percepción más sopesada y comprensiva de los otros, cuyas apreciaciones se ve obligado a escuchar y entender, por el propio bien. Esto convierte a cada individuo en una persona merecedora de respeto, e incluso de aprecio.

El hombre adquiere su dignidad cuando su voz es escuchada y sus derechos respetados.

Los que no tratan con otros más que para dar órdenes o recibirlas difícilmente pueden valorar al hombre.

Por otra parte la lucha diaria, cotidiana, por sacar adelante el propio porvenir, nos hace valorar positivamente cada logro, cada bien o servicio obtenidos, cada momento de ocio.

No solo se valora más, pues, a las personas. Los objetos y vivencias adquieren un valor, como resultado de un esfuerzo encaminado a obtenerlos. No se trata de que tengan un mayor valor, sino de que tengan valor, a secas.

Nuestra naturaleza es así. Nuestra evolución, o, dicho de otra forma, nuestra conformación como seres humanos, ha sido un proceso lento, de ensayo y error, que se ha dado en un contexto natural de escasez. Por ello nuestro cerebro recompensa con sensaciones gratas no solo el logro de objetivos biológicamente relevantes, sino las acciones que permiten dicho logro. Y puesto que nuestro organismo precisa de sustento periódicamente, con una regularidad que obliga a una búsqueda constante de la satisfacción orgánica para la supervivencia, todo lo que suponga una mayor capacidad para lograr objetivos proporcionará más bienestar que la reiteración de satisfacciones.

Así no puede parecernos paradójico que uno obtenga normalmente mayor placer haciendo ejercicio que tomando el tercer helado de la tarde.

Volviendo al asunto del valor, que, como era de esperar, tiene su raíz en las necesidades de nuestra naturaleza, conviene señalar que lo único que da valor a las cosas es su escasez relativa. No hablamos aquí de una escasez absoluta. Hay alternativas a ella, y todas ellas pasan por el desarrollo capitalista.

Como desarrollo capitalista no hemos de entender la sociedad industrial moderna, que solamente sería un punto elevado en el mismo, sino la acumulación progresiva de medios para lograr fines, que nos distancia cada vez más de la naturaleza desnuda.

Para que este desarrollo se produzca es preciso, como decía, acumular, guardar para después, y no dedicarlo todo al consumo inmediato en precario.

Y para que un ser tenga la capacidad de previsión necesaria para dicha acumulación es preciso que disponga a su vez de un cerebro organizador, planificador, ejecutivo, que se plantee las circunstancias con una perspectiva temporal y jerarquizadora.

Esto, si bien se da en pequeña medida en muchos seres vivos, solo se da de una forma plena en el hombre. Y el capitalismo es la consecuencia inevitable de nuestro actuar en el mundo.

La selección natural ha "creado", en nuestra especie, un sistema endocrino y neuronal tal, que el logro de objetivos a través de una acción ordenada y esforzada produce sensaciones prolongadas de seguridad y tranquilidad, mientras que la satisfacción inmediata y fácil de toda necesidad vital provoca efímeros placeres que indefectiblemente derivan, al instante siguiente, en hastío, inseguridad y vacío.

Lo primero emocionalmente, sería como el flujo constante, regular, tranquilo de un río, bien canalizado hacia los cultivos necesarios para la vida. Lo segundo como un río violento, que tan pronto inunda nuestros desprotegidos campos, como se seca y nos priva de su agua.

Ya hemos visto que muchos no se enfrentan a la vida, a la realidad, con un estrecho contacto con las necesidades y las valoraciones de los demás acerca de estas.

Precisamente por ello tratan de escapar de la zozobra apuntalando su privilegio, o se evaden, imaginando la forma de hacerlo, soñando ese mundo ideal en el que una mágica abundancia lo prolongase y aumentase.

La zozobra que experimentan, a la que yo denominaría tedio insomne, puesto que trastorna el sueño y vacía de valor la vida, es un desequilibrio, un terremoto emocional que solo puede conducir a la depresión o a la manía, al vacío y al nihilismo. Necesitan dar un sentido a sus existencias, y lo necesitan con urgencia. Y para ello se abrazan con tensión estranguladora a un credo, a una seguridad encorsetada, vulgar sucedánea de la obtenida por el libre desarrollo de las facultades humanas naturales en un medio social ancho y profundo.

Como final de esta disertación podríamos decir lo siguiente:

El pensamiento totalitario es una manera que tiene nuestro cerebro de aliviarse cuando nuestro organismo no está adaptado al entorno social de una forma consecuente con las exigencias de nuestra naturaleza.

El totalitario busca imponer a los demás un equilibrio acorde con sus taras, procurando moldear al todo social, e incluso al natural, allí donde no acepta el precio de la adaptación, que solo habría de pagar él.

viernes, julio 15, 2005

Globo Sonda en el Vacío

“El consenso mundial es necesario para derrotar el terrorismo”, dice ZP.

El “Consenso mundial” es una quimera, equivalente en su vaciedad significativa a la “Alianza de Civilizaciones”. Consenso es asenso o consentimiento, acuerdo logrado por la convicción, la indiferencia o la resignación de las partes, unanimidad activa o pasiva.

Resulta difícil creer en un consenso mundial sobre cualquier asunto, aunque fuera irrelevante. Y más cuando, incluso en esos asuntos sin importancia, el hombre ha demostrado ser fieramente combativo, y dispuesto al martirio y a las matanzas.

¿No son las causas del terrorismo acaso unas ideas desproporcionadas acerca de cuestiones de poca monta?....

No, parece indicar ZP. Pero vayamos al principio de su artículo y leámoslo pausadamente:
“La atrocidad del terrorismo ha vuelto a atacar a los europeos. Tras un ataque terrorista lo más inmediato, obviamente, debe ser ocuparse de las víctimas. El 7 de julio, otro día más de maldad, les transmití a los ciudadanos y al Gobierno británicos nuestro total apoyo y solidaridad. Queremos que aquellos que han sufrido estos atentados sepan que pueden contar con nosotros para que les ayudemos en la medida de lo posible”.

El 7 de Julio fue un “día de maldad”. No cabe buscar causas morales tras la maldad, pues esta, por su irrenunciable condición, no precisa razones ni justificaciones para obrar contra todo, para agredir y falsear, para cumplir con el cometido que su propia esencia determina.

Pero ZP se refiere a otra cosa, seguramente. Quizá debió haber dicho “un mal día” en lugar de un “día de maldad”. Así podríamos pensar que lo funesto del día estriba no en la acción de un agente del mal en estado puro, de un malvado incorregible, sino en el daño sufrido por unas decenas o cientos de personas. La expresión “mal día” encaja mejor en el mensaje de fondo de nuestro “Presidente por Accidente”. Pues da a entender que, en cierto sentido, el atentado no es obra de nadie, que es una especie de “accidente”, como su también funesta presidencia.
Pero para los desgraciados accidentados siempre tendremos palabras de consuelo y aliento. “Pueden contar con nosotros para que les ayudemos en la medida de lo posible”. La medida de lo posible es ceñirse al consuelo y no hacer NADA más, NADA que implique esfuerzo o sacrificio, valor o compañerismo en la lucha. Lo que se hace es desertar de Irak y pedir a los demás que lo hagan, en Túnez.

Sigue ZP:

“Segundo, todo el peso de la ley debe recaer sobre aquellos que planearon, llevaron a cabo o son responsables de esta atrocidad. En España haremos todo lo posible para garantizar que esto suceda.

Pero este nuevo episodio de violencia y locura nos obliga a ir más allá. Nos sirve como brusco recordatorio de la urgente necesidad de derrotar al terrorismo.
Dada nuestra extensa y dolorosa experiencia de más de 30 años combatiendo esta lacra, en España sabemos que en la batalla contra el terrorismo es vital preservar el Estado de Derecho, mantener la unidad de los demócratas y dar a las fuerzas de seguridad el apoyo que necesitan, y también profundizar en la cooperación internacional”.

Manifiesta ZP su verdadera disposición a luchar contra el terrorismo al decir en que apoya esta:

1) Preservar el Estado de Derecho: cosa que él hace apostando por las fórmulas políticas extremas que aspiran a disolverlo destruyendo la Constitución y con ello a la nación o haciendo desaparecer la monarquía de ese “Rey tan Republicano”.

2) Mantener la unidad de los demócratas: cosa que él logra, por ejemplo, pactando con la ETA y rompiendo el pacto contra el terrorismo con el principal partido de la oposición, que representa la irrisoria cantidad de 10 millones de españoles.

3) Dar a las fuerzas de seguridad el apoyo que necesitan: Si, señores de las fuerzas de seguridad asturianas, colaboradores de todo el país de las tramas negras de la policía y la inteligencia. ZP cierra la comisión sin haber investigado y aceptando como explicaciones y respuestas las mentiras de altos cargos de vuestras “fuerzas del desorden”.
Y si, señores policías de Madrid, que detienen ilegalmente a miembros de base del principal partido de la oposición. ZP les apoya con entusiasmo.

4) Profundizar en la cooperación internacional: Lo cual consiste, para nuestro ínclito mandatario, es romper con los americanos y británicos (y polacos, y japoneses etc etc) en la guerra contra el terror y establecer Alianzas de civilizaciones con países tan poco civilizados, hoy por hoy, como Marruecos, La Venezuela del Gorila Rojo, La Argentina del Dioni de la Pampa o la Cuba de Castro, por ejemplo, y todo ello aceptando los mandatos de una corrupta e ineficaz Organización de las Naciones Desunidas.

Sin duda ZP, tu lucha contra el terror tiene sólidos cimientos, por ello continuamos leyendo tu aleccionador artículo con feliz aquiescencia:

“Hace unos meses, la conmemoración de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 en Madrid nos dio la oportunidad de hacer una profunda y útil reflexión sobre cómo avanzar en esta lucha.

El terrorismo sólo puede ser derrotado con una respuesta colectiva por parte de la comunidad internacional. Al perseguir su causa criminal, los terroristas no tienen reparos a la hora de abusar de las múltiples posibilidades que les dan el mundo de hoy y su tecnología para extender su ideología de muerte y manejar rápidamente la información, gente y objetos necesarios para llevar a cabo sus crímenes. El terrorismo se ha convertido en una amenaza global que requiere una respuesta global”.

Era de esperar que sus superficiales profundidades y sus inútiles utilidades reflexivas tendieran al colectivismo. No cabe llamarse a engaño. Después de todo, y pese a la caída del muro, es social-listo, un listo del rollo social.

Suena ciertamente agradable, en cualquier caso, lo de “comunidad internacional”. Es poco creíble que exista una respuesta colectiva factible que se adapte a todos los países con su diversidad cultural, política, económica, social, humana....una “comunidad internacional” no podrá ponerse de acuerdo en un mundo en el que ni una comunidad de vecinos es capaz de ponerse de acuerdo en más de dos puntos.

Las soluciones globales, que todavía no han sido siquiera propuestas en un solo aspecto concreto, acabarían indefectiblemente en abusos globales, en un aparato de burócratas globales, en una interminable ronda de reuniones globales entre expertos globales de cuestiones globales. Y después de hinchar el globo global, un simple alfiler argumental lo pincharía, porque lo único que habría tras la colorida superficie sería aire.

Pero no desesperemos, sigamos el discurso zapateril:

“Debemos comenzar haciendo un esfuerzo por comprender las condiciones que facilitan la expansión del fanatismo y el apoyo al terror. No podemos ignorar conflictos que se han estancado o las enormes divisiones políticas, económicas y sociales presentes en muchas sociedades, y que varias veces sirven de falsos pretextos para la violencia terrorista. Es poco realista esperar alcanzar la paz y la estabilidad en un mar de injusticia universal”.

ZP nos anima a comenzar el esfuerzo por comprender. Está visto que hasta ahora no lo hemos hecho. Nadie lo ha hecho. Es nuestra asignatura pendiente. No tenemos entre nosotros a estudiosos que abordan los conflictos sociales entre naciones, “clases” y etnias. Ni siquiera tenemos gente cabal que haya procurado profundizar, sin dedicarse profesionalmente a ello. en el conocimiento de las circunstancias culturales, sociales, políticas, religiosas, etc etc...en las que nacen los movimientos terroristas.

Hemos ignorado. Es más, hemos ignorado deliberadamente. Cree, como el médico, que el diagnóstico es paso fundamental para sanar al paciente. ¿Y quién no cree en ello?. Yo creo, por ejemplo, que debiéramos mirar hacia dentro y observar, con náusea y estupor, cual si fuéramos Dorian Gray descubriendo su retrato corrupto, las condiciones que facilitan la expansión de la pusilanimidad y la cobardía ante el terror entre nosotros.

No pasa nada por ignorar sus causas. Lo terrible es que ignoremos las nuestras.

ZP, conócete a ti mismo y deja de perderte en bizantinismos interpretativos sobre los demás.

Tenemos ante nosotros un panorama ingrato de un tercer o cuarto mundo hecho de divisiones políticas, económicas y sociales, pero nos empeñamos más en imitarlos que en corregirlos.

¡Traigamos la Guerra Civil de nuevo a España!, ¡Hagamos renacer el rencor de abuelos fusilados!.

Y tratemos a la mayoría de la oposición como a ciudadanos de tercera.

Sea como sea los conflictos de Oriente sirven solo de “falsos pretextos” para la violencia terrorista. Por lo cual no ayuda mucho atender a sus causas. No son la razón de ser de los movimientos totalitarios islámicos, solo un vulgar pretexto.

Si los “mares de injusticia “ no explican la existencia de los tiburones del terror, será que es en nuestro océano occidental donde encuentran estos su mejor acomodo.


Sigue ZP:

“El foro apropiado para consolidar el consenso político contra el terrorismo debe ser la ONU. Esta organización tiene que proporcionar los medios – incluido un marco legal y las herramientas operativas necesarias– para encabezar la lucha internacional contra el terrorismo, de forma que ésta pueda llevarse a cabo de forma más efectiva”.

Al menos tan efectiva como hasta ahora. La ONU es el lugar que no está en ninguna parte, la utopía, en definitiva, en la que proyectan sus ensoñaciones inconsistentes los políticos de altos vuelos (altos como el de Ícaro, me refiero).

“En el frente legislativo, la adopción de una convención global contra el terrorismo no puede esperar más. A nivel operativo, debemos reforzar mecanismos de cooperación entre las fuerzas de policía, los tribunales y los servicios de inteligencia, para prevenir nuevos ataques y aislar a la par que acabar con organizaciones terroristas, al igual que con aquellos que las apoyan, financian y justifican”.

Con suerte los países en los que las fuerzas de policía, los tribunales y los servicios de inteligencia atentan a diario contra los derechos de los súbditos (que no ciudadanos), en los que los terroristas generalmente tienen amistosa acogida y permanente justificación, pondrán un empeño especial en comportarse de modo diametralmente opuesto en el plano internacional, aunque solo sea por agradar a ZP.

“La lucha contra el terrorismo también es una batalla para ganar la convicción de la gente. Debemos trabajar para extender la creencia de que nada puede justificar el terrorismo. Ninguna idea, da igual lo legítima que sea o pueda parecer, puede justificar el asesinato. Este es el motivo por el que, como fenómeno, no es propiedad exclusiva de ninguna civilización, cultura o religión. Por esta misma razón, propuse en el Consejo General de las Naciones Unidas una Alianza de Civilizaciones, basada en la convicción, la comprensión y el respeto a los demás. Si no conseguimos inculcar a todas las naciones la creencia de que la tolerancia es indispensable, nuestra batalla será aún más ardua”.

Es decir, hay que ganar la batalla con argumentos, con razones, convenciendo, persuadiendo.

Si, por ejemplo, uno se ve de pronto abandonado en medio de África y aparece un león hambriento, no debe huir, ni tratar de defenderse con un arma de su ataque, sino que ha de explicarle al señor león que su fiereza es innecesaria, y que se puede alcanzar un acuerdo pacífico.

Pues la violencia leonina no es propiedad exclusiva de los seres vivos, ni de los carnívoros, ni de ninguna especie concreta dentro de estos.

Dejemos que ZP acabe su rollo, pues nos ha dejado extenuados:

“Este esfuerzo global debe, naturalmente, estar complementado por la cooperación regional y bilateral. En lo que se refiere a Europa, está claro que a la vista de la amenaza terrorista que nos afecta a todos, la Unión Europea debe ofrecer una integración mucho más profunda: interconexión inmediata entre servicios de inteligencia, equipos de investigación conjuntos, la entrega inmediata de los acusados de acciones criminales, la aplicación a lo largo de la Unión de los dictados de los tribunales de los estados miembros, y la acción decisiva para controlar los flujos financieros que alimentan al terrorismo. La UE debe convertirse inmediatamente en una única zona de seguridad, sin resquicios que puedan aprovechar los terroristas. Debemos dejar de lado los sistemas judiciales y policiales estancos que los criminales siguen explotando para sus fines.

Todo esto es necesario porque la UE es un área de leyes, libertad y democracia y debe seguir siéndolo. La tristemente larga experiencia de España en la batalla contra el terrorismo nos ha enseñado que la lucha debe llevarse a cabo con el máximo respeto a la ley, sin traicionar la esencia de la democracia y preservando nuestros derechos y libertades fundamentales. Simplemente, no podemos otorgar a los terroristas la victoria que sería el que nosotros renunciáramos a nuestros principios.”

Más Europa.

Ay ZP, ¿Quién iba a esperar de ti que traicionaras la esencia de la democracia, si esta está en la izquierda?. La democracia, ZP, la democracia eres tú.....

Resulta fácil mantenerse fiel a los principios cuando uno no los tiene.

jueves, julio 14, 2005

Libertad Para Crear

Esta mañana, mirando a mi hijo, todavía un bebé, dormitando en la cama, me preguntaba qué y cómo sería al llegar a la edad adulta. Y en medio de mi letargo especulativo, parejo al suyo, me desperté de pronto sobresaltado por el destello cegador de una evidencia, que había estado soslayado: No había un hijo adulto, no había futuro, todo era una ensoñación estéril, un juego de mi mente, una combinación de elementos variados en una imagen de algo inexistente e incognoscible. El niño dormía, y era un niño.

Imaginé entonces a una madre, que mientras paseaba a su niño en un carrito por la calle tuviera en mente lo que quería hacer de él, dónde quería que estudiase, qué clase de amigos deseaba que tuviera, la novia que consideraba más le convendría, la carrera profesional que más ilusión le haría...etc etc.

Esa madre podría, inmersa en sus elucubraciones ilusas, cruzar sin mirar una calle.

Entonces podría suceder que un deportivo veloz arrollase el carro en el que iba su hijo y apartase a este por siempre de ella y del futuro por ella soñado.

El cántaro de leche se habría roto, y habría con ello derramado un alma inocente.

“Si realizas la tarea presente siguiendo la recta razón diligentemente, enérgicamente, benévolamente, y no te sales por la tangente, sino que conservas en estado de pureza tu divinidad, como si ya tuvieras que devolverla; si añades a esto no esperar ni rehuir nada, sino estar satisfecho con la actividad presente, acorde con la naturaleza, y la verdad heroica en lo que dices y proclamas, vivirás feliz. Pero es que no hay nadie capaz de impedírtelo”.

El estoico Emperador Marco Aurelio se repetía una y otra vez, en sus breves y contundentes notas, que escribía para sí mismo, que había que seguir a la naturaleza y a la razón (las cuales identificaba pues consideraba la racionalidad el principal atributo de la naturaleza humana), y estar aquí y ahora. Había, según él, que desterrar la imaginación, que abandonar por completo el ejercicio intelectual de indagar más allá de lo clara e inmediatamente cognoscible o perceptible.

Esta filosofía no es exclusiva de Marco Aurelio, ni siquiera de la Escuela Estoica, ni siquiera de la Antigüedad Clásica. Una y otra vez se vuelve a ella –como una y otra vez volvía Marco Aurelio a estas ideas en sus notas- en un eterno retorno más sentimental que racional.

Y si no fuera cierto que la razón es el principal atributo de nuestra naturaleza, lo que si lo sería es que somos seres que indefectiblemente, a través de todo tiempo y lugar, tendemos a pensar las mismas cosas de parecida manera.

El afán por anular la imaginación tiene sus raíces en la obsesión por la austeridad, por la focalización de la vida en unas tareas simples de predecibles consecuencias, por un equilibrio eterno e inmutable, por una geometría que de sentido incluso a nuestros desvaríos, por un “sentido oculto por los sentidos” que la razón pudiera encontrar levantando un poco los siete velos de la realidad.

Dice Hume, de la imaginación: “La imaginación no puede aparecer en la mente a menos que le hayan precedido sus correspondientes impresiones a fin de prepararle el camino. Pero la imaginación no se ve con todo obligada a guardar el mismo orden y forma de las impresiones originales”.

Combinando elementos de realidad dispersos según un patrón racional determinado construimos las torres de marfil en las que encerramos algunas de nuestras más hondas certidumbres.

La imaginación se puede presentar como distracción o como proceso creador. Pero la frontera entre ambas cosas es difusa. Generalmente la imaginación es solo un fuego de artificio mental, que quizá cumpla una función orgánica desconocida, pero que se antoja pérdida de tiempo. Sin embargo en ocasiones da un fruto, que lo cambia todo, como el fruto del árbol del conocimiento.

Sin nuestro perpetuo indagar, Eva jamás hubiera tomado la manzana, ni Adán se la habría aceptado. Uno se pregunta si no será esa incombustible llama de inquietud lo que caracteriza a la naturaleza humana, más que la racionalidad, que no sería entonces más que una de las formas (quizá la más depurada) que toma.

Una distracción imaginativa puede empero coagular en una cosmovisión de corte utópico. Se trataría en efecto de un fruto, y sería este como el arriba mencionado, que nos arrojó al tiempo y a la zozobra interminable de la que solo fue primer movimiento.

Sería pues una imaginación mal encaminada la que daría origen a todas nuestras desdichas, y Marco Aurelio tendría razón con su razón.

Pero la imaginación puede dar otros frutos más sabrosos, sin envenenamiento ni condena aparejados con su ingesta. ¿Deberíamos acaso sacrificar el placer y alimento que estos nos proporcionan por evitar el riesgo de tomar la fruta podrida?....

Distracción y creación van, a veces, de la mano, pero no son lo mismo. Hace falta algo que las una.

Fleming no dio con la penicilina haciendo ganchillo (aunque Poincaré dedujo alguna cosa a partir de cómo otros desarrollaban dicha actividad). Era un científico que estudiaba muestras biológicas. Tampoco Kekulé acertó con la estructura del Benceno tras haber dedicado su vida a estudiar la historia medieval. Y ningún genio de la pintura despuntó tras dos pinceladas inconexas.

Estos son solo pequeños ejemplos en un océano de ellos. El conocimiento precede siempre a la creación. Y el conocimiento se constituye con la memoria y la razón.

Memoria y razón son pues necesarias para combatir con energía los desvaríos propios de distracciones imaginativas de nuestros coetáneos, que tantas veces toman forma en los proyectos políticos irrealizables y las nefastas acciones conducentes a realizarlos.

Toman, estos, partes buenas de la realidad y las combinan para formar un cuadro idílico proyectado en un futuro cercano. Crean utopías. Y luego dicen que esa es su propuesta.

Y toman también partes malas de la realidad, y las combinan y extrapolan al conjunto de la sociedad, creando a partir de ello caricaturas degradantes de diversos personajes e instituciones. Y dicen después que esto es lo propuesto hasta y por ahora por los que llaman sus adversarios.

Del caos onírico al sentido de la creación útil hay un largo camino que solo puede recorrer el conocimiento.
Razonemos y recordemos, pues la libertad para crear depende de ello.

miércoles, julio 13, 2005

Locura Juvenil

Los terroristas suicidas de Londres eran muy jóvenes. En la juventud se viven las cosas con más apasionamiento y, en consecuencia, con menos mesura. La fe es enorme, incluso si se trata de una fe en el escepticismo, el nihilismo o el absurdo. La juventud tiende a creer porque está llena de vitalidad, y necesita desbordarse emocionalmente en alguna certidumbre, de forma que quede justificada la acción. Si es cierto eso que dijo Sartre de que la existencia precede a la esencia no es menor cierto que la acción precede a la razón. De hecho la razón es acción. El pensamiento es movimiento. Y cuando el movimiento es veloz y arremolinado, se llega a la locura o a la convicción obsesiva.

Locos y convencidos obsesivos, son los suicidas de Londres. Y si su suicidio es prueba de bárbara ignorancia, también lo es de vitalidad.

Uno de los grandes problemas que tiene el mundo musulmán es la sobreabundancia de jóvenes. La cerrada y agresiva fe coránica no podía tener mejor ummah que unos cuantos cientos de millones de jóvenes.

La quinta columna de asesinos de Alá se conjura silenciosamente en nuestro libre y pacífico mundo occidental, para reventarlo desde dentro a bombazos en la mejor ocasión.

Como los jóvenes son exportables, importamos su exceso y traemos la serpiente a nuestro seno.

La corteza prefrontal tarda en madurar en los seres humanos. O al menos eso es lo que dicen los estudiosos del cerebro.

Es en esta zona de nuestro órgano rector donde se supone que planificamos, moderamos los impulsos y razonamos –en el mejor sentido del término.

Los jóvenes suelen ser menos cabales no solo por su inexperiencia, a la que tanto y tan erróneamente se alude, sino fundamentalmente por carecer de un lugar amplio y confortable en su alma en el que ubicar el sentido común. Si a esto le sumamos los terremotos hormonales de la adolescencia, no cabe esperar “excesos” de moderación y buen sentido en los que menos tiempo llevan entre nosotros.

Pero ¿tan jóvenes eran los asesinos de Londres?. No tanto como esos a los que han matado en Irak por coger caramelos a los soldados de USA, ciertamente. Pero se encontraban en la encrucijada iniciática en la que habían de reafirmar su encendida fe, ardiendo con ella en un infierno predecesor de paraísos, y haciendo con ello explotar sus desmedidas energías con la deflagración de las bombas.

Alguna vez me pregunto cuando estará la ciencia madura para el estudio de la psicopatología comparada de las sociedades. Pues no hay ni mares de injusticia ni puro adoctrinamiento de madrasa.

Sea como fuere una sociedad llena de jóvenes tiene ya por ello, de por sí, “más locura de la razonable”. Y si a eso le sumamos la obsesión por la justicia de la religión y cultura musulmanas, y su carácter monolítico y blindado contra todo argumento contrario, el resultado solo puede ser un joven dedo acusador que señala a Occidente como culpable sin pruebas de los males que su propia inflexibilidad doctrinal les ha causado.

martes, julio 12, 2005

Mitólogos Mitómanos

“Suelen denominarse mitos los relatos inspiradores de sentimientos y conductas religiosas o éticas, que también refuerzan la identidad comunitaria. Deben de responder a una necesidad psicológica , porque incluso las ideologías antirreligiosas producen sus mitos, piénsese en el “buen salvaje” o el “proletariado”, con su cortejo de relatos más o menos históricos o literarios, que fundan la adhesión a ellas”.

Así define Pío Moa los mitos al comienzo de su interesante y desmitificadora obra sobre los mitos de la guerra civil.

No es difícil percatarse de que hoy en día todos los mitos políticos son de izquierdas. El pensamiento político de izquierdas es el pensamiento mítico llevado a los asuntos generales.

Para simplificación y mito, sobre la guerra civil y posteriores, tenemos los de Super López Aguililla, Ministro de Injusticia del Prisoe.

Ayer leí una entrevista hecha para Muy interesante Especial, a un Catedrático de Filología Griega, un tal Carlos García Gual, hombre muy entendido en mitología.

Su definición de mito, con la que empieza a responder las preguntas del entrevistador, es la siguiente:

“El concepto de mito aparece mucho en los medios de comunicación, lo que hace que se utilice con bastantes sentidos y, a veces, con significados un tanto oscuros. En algunas ocasiones, mito se opone a realidad. En otras, se aplica a algunos personajes que tienen una cierta aureola, como ha ocurrido con el Papa Juan Pablo II, considerado ya un mito. Pero los mitos por excelencia, los clásicos y literarios, podrían definirse como narraciones tradicionales, memorables, que cuentan sucesos extraordinarios de personajes sobresalientes acaecidos en un tiempo prestigioso y lejano”.

Voy avanzando a lo largo de la entrevista y encuentro razonable lo que dice, pero más adelante, de pronto, me encuentro lo siguiente:

Pregunta el entrevistador: “¿Y qué me dice de Superman (como mito)?”.

A lo que él responde: “Pues que es un individuo muy vulgar. Es una especie de superbombero que trata de remediar las catástrofes, pero que en el fondo es un tipo de lo más conservador, siempre al servicio del orden constituido y contra cualquier revolucionario que pretenda alterarlo. En ese sentido, Superman representa la ideología americana más conservadora y más reaccionaria. Es un mediocre forzudo y volador. Es mucho más lista su novia que él”.

Primera apreciación claramente política, y típicamente mitificadora, de corte, como es natural, izquierdista. El mito del antiamericanismo disfrazado de sabiduría sobre mitos.

Los conservadores son reaccionarios, y tontos, al menos comparados con sus novias (que imaginamos serán “demócratas”).

Mejor la versión española del héroe volador: Superlópez. Y además que sea un aguililla, y no un estúpido conservador.

Después, hablando del denominado por él “más moderno de los héroes griegos”, dice el interfecto: “Ulises podría estar representado a veces por esas figuras del tercer mundo que desean volver a su pequeña Ítaca tras vivir su odisea en una Europa rica, pero bastante dura e inhumana”.

Mitología tercermundista disfrazada de conocimientos sobre mitología.

¡Pobres los del tercer mundo! ¡Qué malos los occidentales!...pero ay, lo mejor es el retorno a la Ítaca particular, de la que salieron corriendo o nadando despavoridos huyendo del hambre, la inseguridad y la precariedad de todo tipo, y no como Ulises, embarcado muy a su pesar hacia una guerra lejana por voluntad del primero de los griegos de entonces, teniendo que abandonar a su Penélope y a su Telémaco.

Sobre lo que sería el héroe de nuestro tiempo, el entrevistador le pregunta, en dos partes, si sería “un superviviente, un héroe lúcido e irónico”, y García Gual responde: “Creo que todavía podemos atisbar un cierto reflejo heroico en ese personaje viejo, muy digno y solitario, maltratado por la sociedad, como el vaquero crepuscular de algunas películas. O en el detective escéptico y sufrido de algunas novelas negras americanas. Es un personaje irónico porque sabe que no le van a dar medallas. Alguien que sigue luchado por mantener la honestidad, a pesar de saber que los poderes financieros, los medios de masas y los políticos que dirigen el mundo están corrompidos”.

¡Cómo no! ¡Faltaría más! El mito del capitalismo corruptor encubierto por la sombra de un personaje irrelevante heroificado que se enfrenta a él sin éxito, como un auténtico perdedor. Ese es el referente moral e intelectual, para Gual y para Sabina, claro.

Más adelante, refiriéndose a los mitos Artúricos, aprovecha para decir: “Todos esos aspectos (de los mitos) todavía siguen siendo muy atractivos para nosotros que vivimos en un mundo tremendamente gris, masificado y dominado por la rutina, la burocracia y las máquinas”.

Pobre Gual, que vive en ese mundo demente. Mira él, nostálgico, hacia una Edad de Oro mítica (como no podía ser de otra forma). Dado que el capitalismo es perverso hay que remontarse hasta las lejanas (y perdidas en las brumas) eras heroicas, aunque estas estén elaboradas a partir de elementos tomados de la Edad Media, período oscuro y terrible. La prosperidad, la abundancia, la libertad, la seguridad, el bienestar ...etc etc de los que nos ha provisto el capitalismo son mirados por encima, como si fueran cosa natural en todo tiempo y lugar, como fruta del árbol del Edén, siempre disponible, y se pierde la mirada insatisfecha en horizontes luminosos pero etéreos, y falsos.

lunes, julio 11, 2005

Apaciguamiento Cortoplacista

Dios pidió a Abraham que sacrificase a su hijo como prueba de su devoción por él. Cuando Abraham se disponía a cumplir tan cruel petición, con la mano temblorosa, un ángel le detuvo, diciéndole: “No le hagas daño al muchacho, porque ya se que tienes temor de Dios...”.

Le bastaron pues a Abraham el temor y la sumisión para salvar a su hijo.

Guzmán el Bueno o el Coronel Moscardó tuvieron, en cambio, que afrontar la muerte de sus respectivos hijos para salvar sus plazas.

Tras ponerles en semejante tesitura los designios de un demiurgo cruel, no vino ningún Dios misericordioso a apiadarse de ellos.

Les asediaban hombres despiadados, y la sumisión y el temor hubieran supuesto la esclavitud o la muerte.

Con fanática obsesión asedian a Occidente los totalitarios de Alá. Y asesinan indiscriminadamente a todo el que participe de esta abstracta realidad.

Los gobernantes, los patricios de hoy, los padres de la patria, desempeñan el papel de los defensores de la plaza, y de su fortaleza y determinación en la defensa de la misma depende la supervivencia de esta, y de los que están dentro de ella. No pueden flaquear frente a la muerte de sus simbólicos hijos en cruentos holocaustos a Alá.

El carácter simbólico de su paternidad nos hace temer que pueda considerar a los gobernados, desde la altura minimizadora que observa grandes números, tendencias, grupos, corrientes de opinión, niveles de renta...etc etc, como abstracciones intercambiables y no como personas con derechos legítimos y merecedoras de libertad.

Existe en efecto el riesgo de que el gobernante tenga a los ciudadanos por números, por abstractas entidades, como piezas de ajedrez de sus estrategias militares, sociales o económicas.

En el siglo XX alcanzó su apogeo el poder político desnudo, desprovisto de toda cortapisa. Y entre fascismos y comunismos por poco acaban con la humanidad de perversa ingenuidad que los creó.

Pero en los años 90, tras el renacimiento liberal, impulsado políticamente por Reagan y Thatcher, algunos se atrevían a pronosticar “el fin de la historia”.

No era tal, desde luego, pero al menos se ha llegado a una situación en la cual el poder político está en alto grado contenido, la opinión es mucho más crítica con él, y la estructura misma de las sociedades capitalistas invita a una cada vez mayor descentralización y debilitamiento del poder.

Por ello los padres de la patria ya no son tan padres, y su poder no puede compararse al de Yahvé sobre Abraham, si Abraham fuera el pueblo.

Sin embargo la sospecha sigue recayendo sobre los representantes de la ciudadanía cuando deciden emprender guerras en lugares lejanos.
Solo a través de la psicología intuitiva podemos intentar conocer el grado de compromiso de un dirigente con la causa que dice defender. Esta psicología se basa en nuestra observación de su comportamiento público pasado y en la congruencia con sus valores que en él percibamos.

Y, salvo algunos casos excepcionales, las trayectorias vitales y políticas suelen ser erráticas e incluso sutilmente contradictorias.

Debemos pues tener fe en ellos, humanos y frágiles, dado que ellos no pueden darnos prueba de su propia fe a través del sacrificio del hijo.

Y aunque pudieran siempre habrá muchos que discrepen en los valores defendidos. Pensarán, estos, que su heroicidad es vana pues vanos son sus ideales.

En nuestras sociedades la opinión política se suele formar a partir de consideraciones que no van, ni en racionalidad ni en comprensión de los hechos, más allá del ámbito cerrado de la familia y amistades, o, todo lo más, del patio de vecinos. La gente extrapola a la sociedad lo que no son más que valoraciones propias del trato interpersonal cotidiano.

Una visión amplia como la de Aznar es rechazada frontalmente frente a otras más simples y que parecen más familiares y cercanas.

El primer rechazo viene de algo muy propio de las relaciones interpersonales, tristemente. Hablo de la antipatía que despierta el personaje en la gente. Esto obviamente carece de fundamento racional. Es un sentir. Aznar es un hombre serio que cae mal simplemente por serlo. No importa que sea honrado, no importa que tenga fe en sus valores ni que esos valores sean los que necesitamos en Occidente. Tampoco importa que esta seriedad sea signo inequívoco de su coherencia personal y política. Esto último desagrada al espíritu contradictorio de la mayoría, y despierta su envidia y su recelo.

Nuestra recién ganada libertad (que en cualquier momento podemos perder, ofrendándola en el altar de cualquier becerro de oro, léase ZP), nos ha hecho paradójicamente más individualistas en lo que debiéramos ser colectivistas y más colectivistas en lo que debiéramos ser individualistas. Esto se explica por la visión de patio de vecinos mentada antes, visión claramente de cortas miras e, ineludiblemente, de corto plazo.

Pues cortoplacista es la apuesta colectivista por el Estado Benefactor, que lleva los costes a nuestros hijos (y a nosotros un poco más mayores, también).

Y cortoplacista es no apostar por una defensa enérgica y sacrificada de nuestra civilización y los valores que la hacen posible frente a los ataques de los que quieren destruirla para instaurar totalitarismos empobrecedores. Este colectivismo defensivo, el único necesario y de benéficos resultados a la larga, repugna a nuestro particular individualismo, puesto que implica sacrificios presentes en seguridad y tranquilidad para impedir la esclavitud y la muerte futuras.

Las izquierdas han aprovechado en toda ocasión esta miopía del pueblo. Siempre han ofrecido ventajas presentes a costa de sacrificios futuros. Y lo han hecho hasta que los sacrificios futuros se tornaban presentes, momento en el cual han podido culpar al capital o a la derecha.

Resulta curioso como, por ejemplo, el fin del liberalismo decimonónico vino por los ciclos económicos causados por un excesivo intervensionismo estatal en la política monetaria. Políticas de izquierda provocaron la crisis del 29, y entonces las izquierdas acusaron al capitalismo salvaje de la burbuja.

El perínclito José Bono va a pedir prestado para financiar los gastos adicionales que ha producido poner soldados a vigilar las vías férreas y estaciones, aeropuertos o Centrales Nucleares...etc etc tras el 7-J. Pide prestado porque son gastos por encima de los presupuestados para el Ministerio de Defensa.

Esto me lleva a considerar que se ha producido una IMPREVISIÓN en el gobierno. Pues deberían haber destinado más fondos a la defensa nacional y no tantos a otras partidas menos urgentes. En el contexto internacional de guerra contra el terror –o debiéramos decir, de guerra del terror a la libertad- es un grave error no aumentar la partida de defensa, para adaptar esta a las necesidades presentes y futuras de nuestro país.

Debieron creer, él y ZP, que se le pagaba la factura al terrorismo sonriendo angelicalmente, haciendo loas al Islam y promoviendo la cuadratura del círculo de la Alianza de Civilizaciones en la ONU mientras se instaba a desertar de Irak en Túnez.

Y debieron creer que se le pagaba la factura a EEUU por la huida de Irak con poner algunos soldados más en Afganistán o buscar por los pasillos de las reuniones internacionales a Bush, a Rice o a Rumsfeld para hacerse una foto con ellos, cual fans entusiastas.

El último capítulo del apaciguamiento zapateril ha sido lo de los “mares de injusticia”, en un artículo escrito del puño y letra del mismísimo en el Financial Times.

Puestos a hablar de terribles injusticias supongo que las indemnizaciones impuestas a los alemanes en el Tratado de Versalles no estuvieron mal, como tales. Pero eso no explica del todo el fenómeno hitleriano. Tampoco la completa condonación de dichas indemnizaciones cambió la política hitleriana.

viernes, julio 08, 2005

Bárbaro Escepticismo

Nada une más que un enemigo común. Los valores que hacen posible cada día el milagro cornucopiano del modo de vida occidental (esos que Blair defiende sin avergonzarse) tienen dos enemigos terribles, unidos por su condición y por su negación: el escéptico y el bárbaro.

El primero pone en duda incluso lo evidente, para mejor lucir su intelecto banalizador de realidades y su poética evasiva mientras su sociedad se erosiona y derrumba.

Recuerda a esa orquesta del Titanic que tocaba mientras el barco se hundía irremisiblemente en las frías aguas del Atlántico Norte.

El segundo tiene muy claro lo que quiere y lo persigue sin reparar en medios. Quizá deba mezclarse con la chusma a la que desea exterminar y utilizar el lenguaje de la paz, la democracia y la libertad, para mejor engañar a sus víctimas, o quizá no necesite hacer ni eso, dada la paradójica tolerancia con la que se le asimila en las sociedades abiertas.

En torno a tres o cuatro verdades inopinables, y probablemente incontrastables, construye su delirio de minúscula grandeza, de nihilista sumisión.

Ayer tarde puse la radio en el coche, de camino a mi casa, y escuché retazos de noticias, debates y canciones. En mi periplo radiofónico arribé a “La Ventana”, de la Ser, (siempre abierta, para que su hedor salga mejor al exterior) donde en ese momento hablaba una voz grave y profunda, que comparaba el fundamentalismo islámico con el evangelismo Estadounidense, y afirmaba que Bush había ido a rezar a su Dios antes de emprender la Guerra contra el Terror.

Más tarde deduje, por un comentario de Yema Mierda, que aquella voz pertenecía a Juan José Millás, uno de esos necios ilustrados que se caracterizan por hacer ejercicios y peripecias con las palabras sin expresar una sola idea cierta o razonable. Un escéptico de esos cuya única fe es la fe en su enemigo (que generalmente es Estados Unidos y/o el liberalismo).

Dieron entonces entrada en antena a un supuesto experto que había escrito un libro sobre el 11-M de cuyo nombre (autor/libro) no puedo acordarme (ni falta que hace) y Millás aprovechó la coyuntura para preguntarle irónicamente si se podía confirmar ya que los atentados de Londres no eran obra de ETA. Esto sirvió para que todos los contertulios y el experto en cuestión comenzasen un ataque abierto y despiadado contra el PP, tanto por su gestión entre el 11 y el 14 de marzo como por su postura en la comisión de investigación, que les parecía –especialmente al “experto”- conspiranoica.

Una tímida voz trató de discrepar (creo que era de una tal Mercedes de la Merced), pero fue sepultada por un alud de aceradas críticas cuya violencia contenida solo era superada por su falsedad desbocada.

No tan contenida es la violencia de los que rodeaban la cumbre del G8. La policía hacía el papel de dique para contener, ella, el desbordamiento de las procelosas aguas antiglobalizadoras. Entre los manifestantes se destacaba, en dos imágenes de Televisión Ex – pañola, dos grandes y coloridas banderas, una comunista y la otra una Ikurriña. Y uno se pregunta, dado lo manipuladora que es la TVE, si las tomas en las que las banderas tanto destacaban eran una selección tendenciosa o reflejaban lo que realmente había allí. Y debo reconocer que, por vez primera, creo que se trata de lo segundo.

Por lo que pude colegir de los rebuznos de los manifestantes, estos pedían lo mismo que los que se reunían en señorial mansión, dentro del cerco, andaban buscando.

Bush decía que se trataba de acabar con el hambre y con la pandemia del SIDA en África...etc etc.

Quizá estuvieran estudiando la viabilidad del Plan Marshall para África de Blair (del que hablo en “Liberalismo Ambiguo”). Si así es no encuentro otra explicación para las mani-infectaciones circundantes que la inercia de protestar sin parar torpemente aderezada con la ignorancia más supina. Muy bárbaro ello.

No tan bárbaro, eso sí, como la matanza de Londres, que sacó temporalmente a Blair y su plan del plan del día.

El terror tiene grandes y pequeños agentes, explícitos e implícitos representantes, colaboradores activos y pasivos. Hay pequeños y grandes terroristas.

Los primeros, escépticos, actúan como las termitas, corroyendo por dentro del cuerpo social.

Los segundos, bárbaros, son el martillo que golpea brutalmente un cuerpo ya descompuesto por dentro.

Nuestros escépticos de salón terminarán, si les dejamos, por abrir las puertas al invasor con la alegre frivolidad con la que Bertrand Russell se mostraba dispuesto a recibir al monstruo totalitario Nazi en su isla.

Ayer esa isla fue atacada en su centro neurálgico. Pero escuchando al líder laborista puede uno estar seguro de que el apaciguamiento, allí, es cosa del pasado.

¡Si eso es lo que dice el líder laborista que no dirán los conservadores!.

miércoles, julio 06, 2005

La Razón Inútil frente a la Ignorancia Operativa

"Yo Ignoro". Esta debiera ser la Declaración Universal del Individuo. Sin embargo, demasiados son los que pretenden saber lo que no saben, y predecir lo impredecible. Cuanto más complejo es el asunto que la mente aborda más peligrosas son las pueriles soluciones que su razón produce.

Un asunto se convierte en sumamente complejo a partir del momento en el que en él intervienen más de 3 variables. En matemáticas y en física lo han comprendido bien. Fenómenos tales como la climatología o la economía son de una complejidad máxima, inabarcable.

Si bien es cierto que se puede encontrar algún esquema relativamente sencillo de aplicabilidad asequible y resultados positivos, a través de una lógica observadora de recurrencias, no es menos cierto que nosotros, los operarios encargados de hacer funcionar los engranajes de la maquinaria creada inadvertidamente por el hombre, no llegamos a comprender muy bien qué hacemos, ni cómo lo hacemos, ni para qué lo hacemos, o no al menos hasta los últimos rudimentos.

Si, en cambio, se puede llegar a creer en el proyecto global a partir de unas simplificaciones abstractas, de unas abreviaciones inexactas pero fácilmente reconocibles y manejables, de unas "ideas" creadas por y para el hombre, cuya instrumentalidad es su verdadera razón de ser.

Estas consideraciones aluden a los hechos básicos del pensamiento que motivan la opinión.

Lo simple, paradójicamente, es funcional. Las opiniones simplistas y los esquemas simplistas llevan a comportamientos relativamente coherentes y unifican criterios de un sinnúmero de personas. Esto crea grupos de presión que ejercen con su número una influencia decisiva en el curso de los acontecimientos sociales, influencia, todo sea dicho, que no lleva casi nunca a los fines de los que presionaron, en el mejor de los casos a un acercamiento torpe.

Cada persona que integra un grupo de presión es distinta a todas las demás en el mismo. Cada uno de los que forman el grupo llegan por distintas causas a coaligarse con él. Unos por deseo de sumisión, otros de dominio; unos por el placer intelectual que le deparan sus ideas, otros por el temor a ideas contrarias u opuestas; unos por una firme convicción, otros por vago escepticismo; unos por pasiones inconfesables, otros tras una reflexión honda…etc etc etc.

Sea como sea van todos de la mano, unidos, formando una cuña que penetra el cuerpo social como el cuchillo la mantequilla.

¿Qué pueden tener en común tantas personas y tan diferentes?. Evidentemente pocas cosas. Y esas pocas cosas son las cosas a partir de las cuales se escriben los escasos renglones ideológicos de los partidos políticos y demás asociaciones de presión. La simplicidad alcanza pues su apogeo, en lo más alto, precisamente en los asuntos más generales, más complicados.

Una vez instalado en el altozano del poder, el representante de las fuerzas vencedoras en la dinámica social, otea el horizonte con perplejidad y temor. El panorama que se presenta ante él es de todo menos sencillo. Con sus “ideas”, con sus planteamientos esquemáticos, ha de afrontar la labor de conciliar numerosos intereses contrapuestos, de sacar adelante su proyecto, de mantener la coherencia que en la simplicidad era tan natural, de decir la verdad y a un tiempo mantener la discreción, de eliminar trabas al conjunto de la sociedad provocando importantes daños en partes de ella, de respetar los derechos establecidos de la ciudadanía y a un tiempo garantizar el cumplimiento de las leyes…etc etc.

La razón resulta inútil, en demasiados casos. La ignorancia, en cambio, es operativa. El ignorante no es uno, sino una multitud que vota y se manifiesta de acuerdo con corrientes de opinión mayoritarias, esto es, simples. La razón, en lo alto de la escala social, no sabe qué hacer. Hay demasiadas cosas y demasiado complejas que hay que resolver, y muchas no tienen solución a su alcance. La razón en lo alto es como la pericia de un marinero que, en plena tormenta, trata inútilmente de guiar su embarcación, que flota inestable sobre un mar embravecido.

Por ello solo nos queda una opción ideológica sensata: el liberalismo. La gente ignora tanto más cuanto más alejadas están las cuestiones analizadas de su reducido campo de acción personal. Por ello hay que incrementar ese campo personal reduciendo el colectivo. Y el poder habrá sido entonces democráticamente distribuido. Esto se logra con los mercados libres, donde uno elige a diario lo que desea, y no a través de un proceso político con el que se otorgan amplios poderes a una oligarquía títere de intereses múltiples.

Los políticos radicales y jacobinos (esto es, los verdaderos políticos, pues viven de politizarlo todo) no entienden esto, y guiados por su pálido racionalismo fomentan primero la unión de las personas en grupos de presión (donde estas buscan cobijo y fuerza), después la división (al hacer antagónicos a dichos grupos en los juegos de suma cero de favorecer a unos y perjudicar a otros) y con ello, finalmente la ignorancia (al obligar a los individuos a ocuparse de asuntos que necesariamente les superan).

Y es que en el proceso político la razón es inútil y la ignorancia operativa.

martes, julio 05, 2005

Catarsis Resacosas

Tienen grandes resacas y se sienten muy culpables. En la debilidad del día siguiente a una juerga proyectan recomenzar sus vidas de mil maneras. Se sienten mal, asqueados, saturados por sus excesos. Su opulencia ociosa es sibaritismo vicioso.

No pueden dar lástima, porque ellos han elegido entrar en la montaña rusa de subidas y bajadas aceleradas de los abusos. Se van volviendo poco a poco tan bipolares como el tipo de vida que en parte han elegido y en parte les ha caído en suerte. Pasan de la depresión a la euforia con pasmosa facilidad.

La moderación, el equilibrio, la sensatez, la parsimonia, la elegante lentitud les están vedadas. Viven inmersos en la demoníaca velocidad de las noches de urbes cosmopolitas.

Tienen una enorme facilidad para declarase amigos de todo el mundo, y a un tiempo desprecian a las personas concretas en un sinnúmero de ocasiones. Pues la gente es una abstracción con la que juegan diletantemente en conversaciones de café, copa y puro (cuando no porro y loncha).

Su círculo está compuesto por vagos, pasotas, vividores, adictos, lunáticos, acabados, interesados, ladrones, obsesos, idiotas y un largo etcétera de nulidades vanidosas.

Han perdido el referente del valor. Todo es intercambiable, todo llega cómodamente y en cantidades superiores a las necesarias. No es preciso esfuerzo alguno para alcanzar los fines hedonistas, que su fama les otorga.

Viven en un limbo indiferente en el que el existencialismo y el surrealismo se alternan en un marasmo de experiencias sensuales.

No resulta extraño que aborrezcan las reglas, las normas, las costumbres, los hábitos, el orden, incluso de las nociones de bien y mal, porque en su irreal realidad cotidiana el tiempo flota absurdo y ni las personas ni las cosas tienen valor porque no cuestan nada.

Pero el horror al vacío deshumanizador, el asco ante el desorden pusilánime y la falta de norte, es insoportable. Se hace precisa, urgente, impostergable, una purificación, una iluminación, una elevación que libere al alma oprimida por sus desmanes de su prisión de sinsentido.

¿Hacia dónde mira nuestro triunfador de la nada, nuestro héroe de cartón piedra, nuestro gran hombre por la pequeñez de quienes le admiran y aplauden?......Oh si, la regeneración viene por la compasión infinita a los pobres, a los desheredados de la tierra, a los explotados, a los oprimidos, a los perseguidos, a los humillados y ofendidos.....

Lo que el tiene lo obtuvo por poco, apenas unas divertidas cancioncillas cantadas alegremente, y así cree que a los demás no les costó ni les cuesta esfuerzo obtener lo suyo. Los occidentales somos unos privilegiados a escala mundial, cree él, en su obnubilación de privilegiado. Vive parásitamente de la sociedad que ataca con sus palabras y sus canciones, y tiene aún la osadía de considerar culpable no su propia actitud, sino a la sociedad que le ha dado legitimidad y cobijo. Muerde como el que más la mano que le da de comer. Los buenos son los otros, los que como él no supieron crear riqueza, ni dejar que otros la creen.

Sus catarsis resacosas son una expresión de la rebelión de su naturaleza contra su espíritu "rebelde" (que hace en ellos el papel de razón), cuando la debilidad física es máxima y la autoestima mínima. Al final su naturaleza y su "razón" alcanzan un compromiso vergonzoso, del todo irracional, pero barnizado de grandes y bellas palabras.

Dado que en su mundo evanescente y deleznable todo es idéntico en su vaciedad, todo es de una vaporosa nulidad, todo es nada, la igualdad es una de las categorías más fácilmente perceptibles. Por un lado se tienen vivencias de nirvana y psicodelia. Atraen entonces el budismo y lo oriental, pero de un modo superficial, sin los castigos corporales ni las renuncias terminantes. Por otro se hermana uno con la humanidad en su conjunto, imagina que no hay cielo, no hay infierno debajo de nosotros, above us only sky.......it's easy if you try. Y, cómo no, se sueña con una comunidad fraternal universal, una aldea global, y la utopía del comunismo aparece radiante en un horizonte crepuscular de suaves tonalidades.

Y es que nada iguala más que el vicio.

Su abundancia material obtenida sin esfuerzos les hace pensar en una abundancia material universal obtenida sin esfuerzos...y caen nuevamente en la utopía comunista.

Estos irresponsables artistas desprecian la labor esforzada, continuada, seria, serena y noble de la gente que hace posible su confort idealista. ¿Cómo podrían apreciarla si desconocen por completo, por no tener que lidiar a diario con ello, el coste de las cosas y el valor que las personas le conceden?......

Los artistas de los que hablamos son Reyes, pues reinan sobre una muchedumbre entregada a su arte como los niños al flautista de Hamelin. Emiten también su canto de sirena que atrae a despistados marineros que navegan por el mar de la existencia, a pobres necios adolescentes que aspiran a ser como ellos, y fracasan estrepitosamente en el intento y de paso en la vida, pues solo son capaces de copiar sus vicios, o, en el mejor de los casos, no ven recompensadas por igual sus virtudes.

La mayoría de la gente recompensa a estos groseros embaucadores con su aprobación, y envidia secretamente su "éxito". No se percatan de las miserias que hay entre bastidores. Solo ven y oyen las luces multicolores y los sonidos excitantes del escenario, e imaginan fiestas sin fin en las que nunca se acaban la diversión ni la ilusión.

Podrán dar todos los conciertos que quieran, y proclamar a voz en grito que creen en la paz, la solidaridad, la justicia,...etc etc. Pero mientras no sean capaces de predicar con el ejemplo y trabajar, que es lo único que crea riqueza (para dar y tomar), serán los principales responsables de los males del mundo.

La cuestión es: ¿De quienes hablo?.....supongo que de nadie, pues de nadie se trata.

lunes, julio 04, 2005

Izquierda Sicofanta, Derecha Ordenada

Decía Voltaire, no sin cierta ironía, que si no hubiese Dios habría que inventarlo. Aunque podríamos aplicar la misma ironía a su contrario, el diablo. Pues no hay circunstancia desfavorable en la que no sea posible encontrar algún culpable, algún malévolo causante o responsable.

Todos los que nos rodean podría ser fácilmente acusados de haber provocado algún mal, o de no haberlo impedido. Todos llevamos sobre nuestros hombros la cruz del pecado original, que no es otro que el de vernos obligado a actuar, y por ello a elegir.

Toda afirmación implica una negación, toda ruta recorrida otra ruta alternativa no hollada por nuestro pie. Todo lo que hacemos es también lo que dejamos de hacer.

Así que el espíritu acusador tendrá siempre un infinito campo en el que desenvolverse.

En las pugnas por el poder de la Antigüedad Clásica se destacó ignominiosamente la figura del sicofante. Eran los sicofantes acusadores públicos, que vivían cual si de buitres se tratase, logrando su sustento, o incluso su fortuna, de los cadáveres políticos de personajes relevantes, que ellos previamente habían ayudado a asesinar a través de un dudoso proceso legal.

En sus anales, Tácito hizo un retrato muy logrado tanto de estos personajes como de los tortuosos caminos por los que estos, sirviendo los intereses de algunas de las facciones del poder, llevaron a la ruina o a la ejecución a muchos ciudadanos inocentes, para después beneficiarse con el reparto de sus fortunas.

Los demagogos, que también fueron figuras destacadas entre los antiguos, especialmente entre los griegos, cuya democracia era más directa que la romana, se caracterizaban por dirigir su oratoria no tanto a persuadir, apelando a la razón de sus oyentes, cuanto a enervar los sentimientos del pueblo, que era mayoría, para sacar adelante los más disparatados proyectos.

De ellos nos habla Tucídides, en su Historia de la Guerra del Peloponeso, y de como llevaron a la ruina a Atenas, siendo especialmente destacado, aunque no el único, el caso de Cleón, campeón de Esfacteria.

Una mezcla casi perfecta de estos dos arquetipos clásicos, adaptada a las sociedades modernas de masas, surgidas de la revolución industrial, son los movimientos políticos de izquierda.

Se caracterizan estos, desde sus mismos orígenes, por la acusación infundada del sicofante y por la búsqueda de la aprobación de las mayorías, apelando a los sentimientos más bajos, típica del demagogo. Entre estos sentimientos se ha convertido en predominante el de la envidia. Esta existía igualmente en la antigüedad, pero entonces era contenida por la sincera admiración que despertaban los poderosos, cuyos méritos eran muchas veces adquiridos en los campos de batalla. Más fácil resulta envidiar a desconocidos cuyos méritos no son castrenses, en una sociedad que no se juega el todo por el todo en perpetua guerra con sus vecinos, sino que comercia.

Desde la denuncia Marxista de las atroces condiciones de la clase obrera en las ciudades del naciente capitalismo, pasando por la acusación de Imperialismo a las democracias liberales, o de sabotaje, reacción, contrarevolución, traición y espionaje a los ciudadanos reacios al régimen comunista de la URSS, hasta las denuncias hechas recientemente por los grupos ecologistas sobre el calentamiento global y por el movimiento antiglobalización contra el libre comercio internacional, siempre se ha señalado con dedo acusador a alguna figura abstracta, presunta culpable de los males de los que se trate.

En una sociedad de masas, donde las cuestiones políticas se convierten en difícilmente personalizables, no sucede ya como en las pequeñas repúblicas de la antigüedad, en las que el culpable tenía rostro, voz y nombre.

Los neosicofantes juegan con el inmenso poder arbitrario que les otorga culpabilizar impersonalmente. Cualquiera que reúna un corto número de requisitos puede ser objeto de la censura y el ataque sorpresivos. El abstracto empresario opresor, neoliberal o fascista puede ser, según esté el clima político, el vecino del quinto o uno mismo.

El infinito campo del espíritu acusador ya no tiene vallas.

Sin embargo, para que las acusaciones sin cuento y sin sustento sean tenidas por buenas, es preciso tomar las riendas del poder. Y para hacerlo hay que convencer a las masas tanto de los terribles males que la asolan como de quienes son los responsables de tamaños males. Y para ello se hace uso de la herramienta falaz de la demagogia.

Los neosicofantes viven de calumniar, de ahí que cuando no encuentran culpables o culpas los inventan, siguiendo la máxima de Voltaire aplicada al diablo. Y si dichas culpas no parecen suficientes, las magnifican cuanto sea preciso.

Las grandes denuncias traen consigo grandes reformas, reformas que son tanto más de raíz cuanto más grave es la acusación que las precedió y motivó. Esto lleva inexorablemente a una espiral de denuncias y reformas que solo puede acabar en la completa transformación de la naturaleza humana, o en la aniquilación del hombre por el hombre. Lograr un "hombre nuevo" socialista hubiera sido como hacer llegar la montaña a Mahoma, o como destruir la montaña a bombazos y llevar los restos a los pies del profeta.

Las izquierdas se ven impelidas por la fuerza imparable de sus denuncias a crear un nuevo orden, dado que el orden establecido es necesariamente malo, un árbol corrupto desde las raíces que se hunden en la madre naturaleza hasta las más altas realizaciones individuales y sociales de su copa.

El deseo que tienen de crear un nuevo orden no debe ser confundido, bajo ningún concepto, con un deseo de orden. Pues lo que se logra de estos afanes reformistas, de estas radicales políticas, es el triunfo de el caos y la arbitrariedad.

Las tendencias políticas de derechas han sido, en cambio, verdaderas partidarias de un orden rectamente entendido. Tanto en su versión liberal como en la conservadora, se considera primordial el respeto por las instituciones vigentes, del orden imperante, salvo que este sea una opresora dictadura o no haya igualdad ante la ley.

Las costumbres, los hábitos, las tradiciones, se tienen por sagrados y venerables, o cuando menos por merecedoras de un gran respeto, porque representan la solución dada por los hombres, por infinidad de hombres, a los problemas que se le han ido presentando a lo largo de siglos o incluso milenios de caminar por el mundo. Uno puede sentirse tentado por la prepotencia racional de considerar como inútiles o incluso perjudiciales determinados usos, pero en cuanto busca soluciones saludables y gratificantes que llenen en vacío dejado por la eliminación de estos, se encuentra con que no tiene ninguna. Y es que todo pueblo necesita su opio.

El orden así creado es lo que los liberales denominamos "orden espontáneo". Ninguna mente individual ni ningún contrato social consciente lo han creado.

Las personas ordenadas se sienten naturalmente más inclinadas a apostar por opciones políticas de derechas. El orden conduce inevitablemente a la economía, a la organización. Se organiza desde el tiempo, que se convierte en oro, a los medios materiales para la subsistencia y el ocio.

Quien ordena busca una especie de simetría que solo se le puede imponer a la naturaleza reduciendo al máximo los medios necesarios para los distintos fines, y, a un tiempo, aumentando también al máximo el número de fines satisfechos. Es lo que Benjamín Franklin denominó camino a la riqueza: frugalidad e industria.

Bien distinta es la simetría buscada por el legislador socialista, puesto que este último pretende la cuadratura del círculo de hacer a los hombres simétricos. Esto no puede resultar atractivo a las personas de orden, porque estas lo único que quieren es un entorno estable en el que desarrollar sus actividades ordenadas, y no un nuevo orden en el que se persigue una simetría antinatural y por ello imposible.

La izquierda parte de la libertad que supone emanciparse de los yugos, sean estos reales o ficticios, para acabar imponiendo la dictadura de un proletariado que no tiene nada de proletario, e igualando a los hombres en la miseria.

La derecha parte de la obligatoriedad limitadora de la ley, para acabar creando sociedades libres.

Esto es, llevado a las sociedades, lo que el sentido común nos dice cuando pensamos que todo logro requiere un esfuerzo.