Los hombre homosexuales se hacen sangre cuando se unen. La mujer sangra cuando se une por vez primera al hombre y cuando periódicamente le recuerda la luna que la no procreación es una forma de muerte.
Entre los gitanos se busca con avidez en las bodas la primera sangre femenina, que es para ellos prueba conspicua, sobre un blanco pañuelo, de la pureza virginal de la novia.
El blanco impoluto del tradicional traje de bodas es también, de seguro, un símbolo de pureza. Pero se trata de un survival, "survival" que, según los antropólogos, es una costumbre que sigue existiendo pese a que ha perdido ya su significado originario.
En nuestros días no existe ya, o no al menos de una forma generalizada, una obsesión por la pureza de la novia, quizá por eso de que resulta difícil encontrar a una que la tenga, no siendo además tan necesaria como en tiempos pretéritos. Pero la moral sigue prevaleciendo, porque es algo natural. Es por ello que a nadie le agrada que su hijo/a, hermano/a, primo/a, amigo/a se case con alguien de quien se sabe que se ha recorrido la mitad más una de las camas de su población, y parte de las del extranjero.
Especialmente resulta desagradable que la persona de sexualidad lábil sea una mujer. Y en eso no hay machismo ninguno. Es una cuestión de sentido biológico común (ese que está inscrito de una forma aún no bien conocida en nuestros genes y que responde a los imperativos de un entorno siempre cambiante y usualmente hostil).
No habría nada más monstruoso, desde el punto de vista simbólico, que una gran mancha de sangre en el blanco traje de una novia. Y simbólico era, no hay duda, el charco de sangre sobre el que se casaron Farruquito y su novia, pues no hubo cálido líquido rojo vertido presente, excepto el del cáliz, que es sangre de Dios. Tampoco hay en nuestra sociedad moderna apenas muerte porque se produce habitualmente en cerrados hospitales repletos de drogas sedantes. Y sedado hay que estar ante el dolor ajeno provocado por uno, desde luego, para celebrar y ser feliz sobre un cadáver aún caliente.
La boda fue una auténtica Boda de Sangre, si bien con una sangre distinta, completamente distinta a la de los novios y los que con ellos se relacionaban.
En el drama de Lorca la novia huía con su amante y la familia del novio iba a matarlos. Todo muy pueblerino, muy de andar por casa, con poderosas razones del corazón tanto en agresores (que habían sido agredidos) como en agredidos (que habían sido agresores). Muy gitano, además.
Atropellar a un perfecto desconocido que cruzaba una calle por un paso de cebra, ciudadano anónimo de una gran urbe que salía de un gimnasio, marido de su mujer, hijo de sus padres, don nadie, número entre números de una enorme estadística indiferente, no podía mancillar el evento, y la vida de la familia propia debía salir triunfante sobre la muerte de la familia ajena, que no es familia ni es nada, todo lo más una abstracción. Todo muy frío.
La arbitrariedad suma es conducir drogado a alta velocidad por en medio de una ciudad, sin carné, sin respetar las más elementales normas de tráfico y matar a un viandante que osó cruzarse en el camino, y hacerlo a lo grande, sin pagar por ello. Para todo lo demás está Mastercard. Un baile o dos y se paga a la afectada, anónima entre anónimas. Y tras la pantomima de llorar en la tele y hacer pasar al verdugo por víctima en el juicio, el asesino se casa por todo lo alto, y la televisión española lo cuenta con pelos y señales en su programa "Gente", crónica de sociedad que se torna de sucesos. No podía ser de otra forma: dicho programa tiene dos partes separadas dedicadas precisamente a esos dos tipos de crónicas. Lo único que han hecho es fundirlas, y en las imágenes me pareció incluso ver una gran mancha roja en el traje de la novia.
Que se casen 30 parejas gays es ridículo, tanto por el número como por el hecho. Pero que se case ese asesino sin guardar un mínimo decoro y discreción, por todo lo alto, vaya, es un delito de lesa humanidad.
Sería terrible si no fuera porque el que murió y aquellos a los que les importaba no le importaban a nadie.
Lo que importa de verdad es que la abstracción “gay” sea debidamente reverenciada. Tienen que hacer de sus derechos obligaciones. Nadie puede rechistar, encontrarlo mal, estar en desacuerdo. Plantear la inconstitucionalidad de esa figura jurídica es, en palabras de Zerolo ayer en la Ser y en todo momento en cualquier parte, derivar hacia la ultraderecha ultraconservadora, y formar parte del lobby político – mediático que se opone a cosas tan dispares como el matrimonio homosexual y la investigación con células madre. Sí, lo dijo: los que están contra las bodas gays lo están también, con la misma fuerza, contra la investigación en células madre. Lamento no estar dentro de ese colectivo.
¿Pero es que acaso no puede uno sentir repugnancia física, moral, y también si se quiere “jurídica” respecto a la unión de dos personas del mismo sexo?. ¿No es legítimo estar en desacuerdo con que dicho tipo de uniones tengan el mismo nombre y la misma consideración que las que se dan entre hombre y mujer?. ¿No es razonable considerar distintas cosas que por su naturaleza (o contranaturaleza) lo son?.
Discrepo....¿se puede?.....
Se puede, si. Aunque el partido de Zerolo hace lo posible por educarnos para la ciudadanía, esto es, insuflarnos su espíritu matando primero el nuestro y luego haciéndonos un boca a boca (gay a ser posible).
Para ello ZP, el Gran Gurú de la Alianza Civilizatoria (que une civilizaciones y vuelve civilizados al estilo propio a sus miembros), apuesta por duplicar (por lo menos) los gastos en educación.
Hay que crear un gran aparato de lobotomización y remodelación cerebral masivas. Desde la niñez es más fácil. Las juventudes hitlerianas lo demuestran. ZP prefiere, eso si, el estilo Madrassa, que Hitler le cae gordo.
En las grandes madrassas estatales del mañana se nos inculcará el credo progre, y quizá la religión del Estado, entonces sí, que será la islámica.
Así se creará una sociedad más normal, según entienden la norma los que no aceptan normas: “masa de idiotas obedientes y fácilmente excitables con demagogia”. Con dos o tres clisés se dirigirá el cotarro. Y si alguien protesta, como unas pocas víctimas a De la Vogue, multa de 300 euros al canto. Y si alguien pide datos, detalles, pruebas de algo.....se cree al señor Bono por pelotas, pues se trató de una ráfaga de viento nada mas (quizá viento polar, allá en medio del desierto).
Al final llegaremos a lo que ayer se atrevió a decir Rajoy en la misma boca del lobo (ese que se va a comer la energía de todos): una minoría controlando todos los aspectos de la vida social, económica y política. Totalitarismo, para los que entiendan.
Y para que nadie más se atreva a decirlo Montilla quiere cerrar La Otra de Telemadrid, pues parece que ya hay bastantes autonómicas dupli o triplicadas con las de Cataluña y el País Vasco.
Aquí en Madrid no necesitamos a “la otra”, se dirán los progres, pues tenemos a Gallardón. Pero Esperanza no ceja en su empeño de que los madrileños tengamos libertad y prosperidad, además de una información más seria y creíble.
Aprovechando precisamente el tirón informativo ha felicitado, el ínclito Gallardón (más conocido por sus muchas “obras” que por sus buenas obras) al colectivo gay por lograr la celebración del orgullo gay Europeo en Madrid en el 2007.
ZP no ha podido felicitar con igual alegría a su colega Schröder, pero lo ha hecho igualmente.
Su fracaso ha sido todo un éxito, en su opinión.
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