La propiedad es una institución humana fundamental. Sin embargo son muchos los que han puesto en duda los efectos benéficos de su existencia en la sociedad. Toda clase de colectivismos, como consecuencia funesta, han inundado el siglo XX con su lodo pastoso de exacción y opresión estatales, y por poco ahogan a la humanidad.
Sorprende ver como algo aparentemente tan trivial como de quien es una cosa u otra tiene tan importantes consecuencias en el desarrollo de las sociedades. Intiutivamente no tiene porqué percibirse.
Los recientes desarrollos de la teoría económica permiten comprender cada vez mejor la propiedad, y lo necesaria que es.
Igual que con la propiedad sucede con la familia. Se trata de una institución de capital importancia. Ponerla en duda de mil maneras solo puede llevarnos a nuevas formas de caos. Lo que no sabemos aún es cuales.
Desgraciadamente el Catedrático que declaró ayer en el Congreso, en su comparecencia, que la homosexualidad es una patología, no estaba en lo cierto, pero tampoco estaba mucho más lejos de la verdad que aquellos otros convocados para el mismo fin que dijeron que no pasaba nada porque las parejas homosexuales se constituyesen en matrimonios y adoptaran niños. Todos eran profundamente ignorantes acerca de esta cuestión, y habrían hecho muy bien en reconocerlo.
Tener una cátedra de psicología no otorga a uno la omnisciencia sobre la mente humana, ni sobre los comportamientos humanos en sociedad. Hay muchas cuestiones de enorme importancia sobre las que las ciencias están en pañales. Y eso es terreno abonado para los más vulgares prejuicios, que se disfrazan de lenguaje presuntamente técnico carente de precisión, presentándose como verdades científicas.
Yo no tengo inconveniente en confesar que soy de los que se oponen a que la sagrada institución matrimonial sea corrompida y mancillada por la inclusión forzosa en la misma de cierta clase de uniones contranatura. Considero que hay ciertas cosas que, por su particular naturaleza, deberían permanecer por siempre en la marginalidad, siendo realizadas muy discretamente y aunque sin sentimiento de culpa por lo menos sin orgullo.
Pero me temo que esto es solo una opinión. Y no tengo aún elementos de juicio sólidos en los que asentarla. Aunque todo se andará.
¿Deberíamos prohibir el matrimonio homosexual, pues?. No diría tanto. Bastaría con que no estuviera en la agenda de nadie ni prohibirlo ni legitimarlo. Es un asunto privado de individuos, que libremente, en una sociedad abierta como la nuestra, optan la forma de vida que desean sin que ningún organismo público interfiera en ello, ni para impedirlo ni para alentarlo.
Así era hasta ahora, en España. Si bien es cierto que los homosexuales tenían y tienen sobrerepresentación en los medios, lo cual no deja de ser algo significativo.
Los homosexuales se han convertido poco a poco en grupo de presión, y, como tal, no parará hasta lograr satisfacer todos sus intereses (que van mucho más allá de defender su derecho individual a practicar la sexualidad que les venga en gana, sin perjuicio de terceros). Estos intereses irán creciendo y proyectándose en los reclamos para el futuro conforme se les vayan otorgando los que en un pasado pidieron, y el colectivo gay acabará exigiendo altisonantemente privilegios.
Si antes decíamos “pobrecitos obreros” y después acabamos temiendo a los sindicatos y los partidos revolucionarios, cualquiera sabe por donde podrían ir los homosexuales.
ZP ha abierto la veda.
3 comentarios:
El caso es que seguro no fueron ni un millón y medio ni ciento sesenta y seis mil; yo abogaría por unas trescientas y pico mil...
Pero el problema no es tanto este, como el por qué de la manifestación. ¿Es creíble manifestarse para negar derechos a determinados colectivos? Puede disfrazarse como se quiera, pero esa manifestación no era en defensa de la familia, sino en contra de que los homosexuales la puedan formar... Además. ¿qué familia defiende monseñor Rouco? Pues la que él opina es la moralmente aceptable... Pero, amigo mío, la iglesia ya no es referente moral de toda la sociedad española. Por suerte, a la muerte del caudillo, la constitución de 1978 promulgó la libertad de creencias...
Yo no tengo idea de cuantas personas había en dicha manifestación. Tampoco sé cómo se hacen los recuentos. Simplemente hago notar una divergencia excesiva entre las dos versiones sobre el número de manifestantes, que sin duda responde a manipulación política. Tu cifra no sé de dónde la sacas.
Si se decide trasladar una valoración equidistante a números se aplica la media y nos dan en torno a ochocientos y pico mil. Pero si se pondera la media en función de lo más cercano que esté uno a una u otra postura, se puede llegar a una cifra inferior o superior a esa media. Pero todo esto no aclara nada, excepto por dónde va la ideología de uno.
O se sabe aproximadamente cuanta gente había a través de cálculos trasparentes y bien hechos, o no se sabe y uno se calla.
El porqué de la manifestación lo tienes decidido de antemano: negar derechos a los homosexuales. Quien la convoca, también: la Iglesia, con Rouco a la cabeza.
Y aprovechas tu alocución para mencionar a Franco, referente moral inverso de la izquierda, sin la oposición al cual (y a los que se supone alegremente le representan póstumamente) sería difícil expresar muchas de vuestras ideas.
Ayer me llegó lo siguiente por correo:
Un día cualquiera en el Registro Civil...
- "Siguiente..."
- "Buenos días, quería pedir una licencia de matrimonio"
- "¿Nombres?"
- "Antonio y Juan Jiménez Seisdedos"
- "¿Jiménez Seisdedos? ¿Son familiares?"
- "Si, somos hermanos"
- "¿Hermanos? ¡No pueden casarse!
- "¿Por qué no? ¿No están dando licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo?"
- "Si, a miles. Pero no a hermanos. ¡Eso es incesto! No me importa que sean
Uds. homosexuales, pero sí que sean hermanos"
- "¿Homosexuales? No, nosotros no somos homosexuales"
- "¿No son gays? ¿Entonces por qué quieren casarse?"
- "Por los beneficios fiscales que reporta, por supuesto. Y además nos
queremos. Por otro lado, no tenemos mas pretendientes"
- "Pero estamos dando licencias de matrimonio a parejas de gays y lesbianas
a las que les ha sido denegada una protección equitativa ante la ley. Si
no sois gays, podéis casaros con una mujer"
- "Un momento. Un gay tiene el mismo derecho a casarse con una
mujer que yo.
Pero sólo porque yo no soy gay no significa que me quiera casar con una
mujer. Yo me quiero casar con Juan, ¿Es que nos va a discriminar
porque no somos gays?"
- "De acuerdo, de acuerdo, aquí tiene su licencia...¡Siguiente!"
- "Hola. Estamos aquí porque queremos casarnos"
- "¿Nombres?"
- "Abelardo Espinete, Jaime Porras, Elena Espárrago y Matilde Cabeza de Vaca"
- "¿Y quien se quiere casar con quien"
- "Todos nos queremos casar con todos"
- "¡Pero si sois cuatro!"
- "Correcto. Verá, es que somos bisexuales. Yo amo a Jaime y Elena, Jaime
me quiere a mí y a Elena, Elena me quiere a mí y a Matilde y Matilde quiere a
Jaime y a Elena. Casarnos todos juntos es la única manera que tenemos para
expresar nuestras referencias sexuales en el matrimonio"
- "Lo siento, sólo estamos dando licencias a parejas de gays y lesbianas"
- "O sea, que están discriminando a los bisexuales"
- "No, lo que ocurre es que la idea tradicional es que el matrimonio es
para parejas"
- "¿Desde cuando están ustedes siguiendo la tradición?"
- "Bueno, en algún sitio tiene que estar el límite..."
- "¿Quién lo dice? No hay razón para limitar el matrimonio a las parejas.
Cuantos más, mejor. Además, ¡exigimos nuestros derechos! El PSOE
dice que la constitución garantiza la misma protección para todos bajo la ley. ¡Dénos
nuestra licencia de matrimonio!"
- "De acuerdo, de acuerdo, aquí la tiene. ¡Siguiente!"
- "Hola, quería una licencia de matrimonio"
- "¿A qué nombres, por favor?"
- "Facundo Sarasa"
- "¿Y el otro?"
- "Sólo soy yo. Me quiero casar conmigo"
- "¿Casarte contigo? ¿Qué quieres decir?"
- "Bueno, mi psiquiatra dice que tengo personalidad doble, de modo que
quiero que se casen mis dos "yos". Quizá entonces me rebajen los impuestos
al hacer la declaración conjunta"
- "...Señor qué día llevo..."
Publicar un comentario