miércoles, junio 01, 2005

Esparta y Atenas

La guerra del Peloponeso, que enfrentó a Esparta y Atenas, representa fielmente la oposición de dos principios sociales y de gobierno antitéticos, que han acompañado a la humanidad en sus múltiples manifestaciones políticas a lo largo de la historia.

Por un lado tenemos la democracia y la libertad, que toman forma en la Atenas tiranicida heredera de las leyes de Solón, por otro el totalitarismo derivado de la férrea legislación de Licurgo.

También se aprecia cómo por aquel entonces la influencia ideológica de Esparta es mayor que la de Atenas, pese a los éxitos indudables de esta en prosperidad, hasta el punto de corromper a algunos de los espíritus más sabios de entre los propios atenienses.

No muy distinta fue la situación en Europa, o incluso en EEUU durante la guerra fría (y quedan de ello rescoldos aún ardientes, demasiados podría decirse). La intelectualidad de los países libres está siempre expuesta a la tentación de sucumbir a los vanos y vagos ideales que hacen posible el surgimiento de los totalitarismos.

Atenas finalmente cayó, no sin antes haber luchado heróicamente. Pero Esparta lo hizo poco después, por si sola. Atenas dejó su legado de sabiduría y arquitectura, escultura...etc. Esparta desapareció por completo, tragada por la nada que siempre fue.

Poco después la guerra de Alejandro y los persas nos ilustrarían sobre el eterno enfrentamiento de Oriente y Occidente, y la riqueza derivada de su unión.

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