jueves, junio 23, 2005

La Bomba Estadounidense

"Casi todos éramos más bien liberales, ya me entiende"....algo así decía uno de los científicos participantes en el Proyecto Manhattan al hablar, en una entrevista, de cómo se diseñó y construyó la primera bomba atómica.

Cuando hablaba de "liberales" se refería, naturalmente, a liberales norteamericanos, lo cual es justo lo contrario de los liberales europeos, esto es, socialistas.

Había mucho socialista entre los científicos del Proyecto, entre ellos ni más ni menos que quien lo dirigía, el físico Oppenheimer. Este había leído años antes El Capital de Marx, por recomendación de un amigo, en un trayecto de tren. Dada la magnitud de la obra cabe suponer que la leyó a velocidad de relámpago. Y esta velocidad no estuvo reñida con el entendimiento de la obra, no al menos para la brillante inteligencia de Oppenheimer. Porque era una de las mentes más preclaras en el ámbito de la física.

Marx le subyugó, le cautivó, le convenció. Resultado de ello es que Oppenheimer se afilió al partido comunista en California. Exactamente cómo fue dicha afiliación no lo tengo claro, pues dicho partido, si no me equivoco, debía operar en la clandestinidad. Supongo que existirían lazos y conductos informales y secretos, al estilo masón, que le llevarían a ello. Sea como fuere, un hombre de un indudable talento y una inteligencia sobresaliente, se hizo de la izquierda más radical. No era el único. El propio Einstein defendía en un artículo confuso y necio desde el punto de vista de la ciencia social porqué era socialista. Aunque luego criticase los procesos estalinistas de Checoslovaquia.

Me pregunto que hubiera pasado si Oppenheimer hubiese leído a Mises en lugar de a Marx. Nunca lo sabremos, me temo. Tenía los amigos equivocados.

Este sabio físico había estado toda su vida en Babia. Esto es muy típico de personajes de tan grandes dotes intelectuales. Su privilegiado intelecto le había permitido, en su juventud, comprender complejos problemas de la física y leer a poetas románticos con fruición. Pero había estado tan centrado en cuestiones teóricas (sobre todo del campo de elevada abstracción de las matemáticas puras) que estaba desconectado de la realidad social y política de su tiempo. Podría con justicia acusársele de ser un sabio encerrado en una torre de marfil. Por otro lado es fácil caer en la aprobación de la ingeniería social desde la perspectiva de un científico físico, que opera con la bella simetría de las matemáticas, en la que existen innumerables identidades, acompañadas de resultados paradójicos, y todo ello en un limbo de abstracción carente de sentimientos e individualidades irreductibles. Esto lleva, por un lado, a creer en la perfectibilidad de las cosas, y por otro a pensar que todo es posible.

Más difícil es valorar al hombre como número desde la perspectiva de las modernas ciencias cognitivas.

Stalin, aceleró la marcha de su ejército hacia la conquista de Berlín con la intención de adelantarse a los Aliados. Según el historiador británico Antony Beevor, Stalin quería llegar a un laboratorio que se hallaba en las afueras de esta ciudad el primero. En dicho laboratorio había estado trabajando el físico Werner Heisenberg tratando de fabricar la bomba atómica. Los soviéticos se llevaron todo el material y la información disponible. Sin embargo ahora se sabe que Heisenberg, pese a su indudable categoría científica, no estaba cerca de crear ese artefacto. Así pues los documentos y aparatos tomados apresuradamente por los rusos no pudieron servir de base para la creación de su propia bomba, que estuvo lista en el año 1949.

Sin duda los soviéticos contaron con la ayuda de algún que otro "infiltrado" en el Proyecto Estadounidense. Y dado que, como el científico que mentaba antes reconocía, casi todos era "liberales", y que el comunismo era en EEUU algo más bien subterráneo, cabe imaginar que alguien, de alguna forma, por alguna tortuosa vía, hizo llegar información decisiva a los rusos.

De alguna manera el capitalismo trabajaba para el socialismo. Heisenberg estaba prácticamente solo en su diseño de la bomba, pero en EEUU se montó un proyecto en el que colaboraron cientos de personas, todas ellas de gran valía científica. Resultado: los nazis se tuvieron que conformar con un imperfecto misil V2, que poco tenía que ver con la bomba atómica, y que apenas hizo mella, mientras que los americanos acabaron con la guerra del pacífico con dos vuelos de avión. El sistema productivo socialista nazi demostraba ser muy inferior al capitalista de EEUU.

El hecho de que la URSS tuviera lista la bomba en el 49 podría hacer creer que su socialismo funcionaba tan bien como el capitalismo Estadounidense. Pero aquí habría que hacer varias matizaciones.

Se suele considerar que los gastos en Investigación, al tener su correspondiente beneficio muy lejano en el tiempo, si es que existe, requieren una inversión financiera poderosa, y una gran disposición al riesgo, y una paciencia que pocos nos podemos permitir por parte del inversor.

Asimismo, en lo que se refiere al desarrollo de proyectos cuyo éxito beneficiaría a todos los ciudadanos de un país, por externalidad positiva, y en el que nadie en particular podría apropiarse rendimiento económico alguno, la acción colectiva parece indispensable. Esto es especialmente cierto en los gastos de defensa nacional. Disponer de un ejército con poder disuasorio para las ambiciones territoriales de los vecinos ha sido siempre algo que beneficiaba a todos los ciudadanos de un país por igual, y nadie podía beneficiarse en solitario de ello, ni cobrar un precio por ello, excluyendo de la defensa a quien no quisiera pagarla.

A partir de esto se puede llegar a creer que la investigación llevada a cabo por una economía fuertemente centralizada sería mejor que la realizada por una economía de libre mercado en la que el poder gubernamental estuviese limitado. Pero esto es erróneo por al menos dos motivos:

1)- La economía de mercado crea riqueza y prosperidad generales en la sociedad, y un Estado que emprenda dentro de esa próspera sociedad proyectos no mercantiles disfruta de un entorno mucho mejor que otro que ha eliminado o disminuido y empobrecido el mismo a través de la limitación de las libertades y de la propiedad. Y ello pese a la dimensión del Estado o incluso la magnitud de los fondos destinados al proyecto.

El cálculo económico, solo posible en el capitalismo, esto es, en el libre mercado, se ajusta a los precios, que reflejan con alto grado de aproximación la escasez relativa de los bienes y servicios. Esta escasez relativa es determinada por la interacción de demanda y oferta.

Si se destinan ingentes fondos a un proyecto sin tener la oferta y demanda una expresión libre de trabas, y, por tanto, faltar la información suministrada por los precios, no se pueden valorar adecuadamente, y, en consecuencia, no se optimizan, los recursos. Se produce pues un despilfarro que conlleva ineficiencia.

Los soviéticos copiaron todo lo que pudieron, incluidos los precios. De no haber tenido la referencia de los mercados extranjeros no habrían tenido manera de conocer el valor de sus recursos productivos. Y de no haber tenido informantes fuera de sus fronteras, que les daban el trabajo ya hecho por el capitalismo en bandeja de plata, desde un servilismo de izquierda ingenua, habrían tenido serias dificultades para desarrollar por si mismos cualquier cosa.


2)- Es cierto que el Estado dispone de un poder financiero mayor que las empresas (si tomamos cada una de estas por separado). Sin embargo las empresas grandes pueden perfectamente financiar sus propios gastos de I+D. Ejemplo de ellos son las farmacéuticas. Es cierto que, generalmente, es preciso proteger con patentes a los que descubren medicinas para impedir que les copie la competencia y limite el merecido rendimiento de su arriesgada inversión. Pero eso no es igual que que sea directamente el Estado el que invierta en I+D. Grandes monopolios privados pueden ser un motor en I+D, como ya dijo Schumpeter.


Una vez más La 2 emite documentales tendenciosamente seleccionados para la Noche Temática. Después de mostrar lo malos que fueron los Nazis, era ineludible pasar al Gran Satán Americano, heredero directo de estos en las conspiranoias de la izquierda.

Se emitieron dos reportajes sobre la bomba atómica.

El primero hablaba del final de la 2ª Guerra Mundial con las tragedias de Hiroshima y Nagasaki y de cómo podrían haberse evitado. A toro pasado se dice que el Emperador del Japón y algunos de sus colaboradores más directos trataban de firmar la paz a través de los soviéticos. No dudo que fuera así. Lo que sucede es que, como bien señaló Paul Johnson en sus "Tiempos Modernos", los japoneses, pese a rendir formalmente todos los honores y poderes al Emperador, lo hacían para, a través de él, venerar al Bushido, código moral guerrero muy por encima de todo lo demás, Emperador incluido. El espíritu militarista que había poseído a esa nación era tal, que la maquinaria de guerra era independiente de los poderes que supuestamente la manejaban. Así el Emperador y sus colaboradores podían muy bien hacer gestos de paz, e incluso desearla fervientemente, pero eran incapaces de parar al Leviatán asesino de su ejército, igual que el jinete es incapaz de detener al caballo desbocado con solo tirar de las riendas.

Y no pudiendo parar a su ejército, no podían parar la guerra, que hubiera de seguro seguido hasta la completa aniquilación de los japoneses, o cuando menos de un elevadísimo número de estos, cosa que hubiera significado, como es de suponer, muchas más bajas, tanto militares como civiles, por parte de ambos bandos, de las sufridas por Japón en Hiroshima y Nagasaki.

Aparte de que el poder de mediador concedido por la diplomacia japonesa a Stalin dificultaba mucho las cosas a las puertas de la Guerra Fría. Este ya hacía avanzar sus ejércitos por Asia en dirección a Japón, y ampliaba malévolamente el área de influencia del Comunismo en la repartición del mundo entre totalitarismo y democracias liberales o regímenes autoritarios permeables al capital que ya comenzaba.

Por otro lado hubo bombardeos con números de bajas similares o mayores a los de la bomba atómica. El de Dresde es un ejemplo destacado. Y ese si fue completamente innecesario.

El segundo reportaje era el de la BBC sobre Oppenheimer mencionado más arriba.

Aunque creo haberlo comentado suficientemente.

Al final del programa doble, la Noche Temática, dirigida por el Sr Erquicia, anticipó el programa de la semana que viene........

Vietnam, después de la guerra.

¡Que malos son los Estadounidenses!

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